En mis garbeos matutinos se ve vienen un tsunami de ideas sobre lo que acontece en la palestra. Me molesta que los discursos de la extrema derecha tengan cabida por unos momentos en la arena política, pienso que solo intoxica y que se aprovecha del derecho de libre expresión para manifestar sus ideas sin freno. Ese discurso está hecho para desconfiar, para generar desconfianza mutua entre las personas y las instituciones. Promueve que no se crea en nada y las redes sociales se usan para eso o mejor dicho, abusan de su uso. Hace poco denunciaban a FB y otras redes sociales por mal informar lo que está pasando en Hong Kong; estaban muy sesgadas con la publicación o no publicación de las noticias. Para ellos y ellas, no funciona la autoregulación o freno social indispensable para la convivencia social, disparan a quemarropa con un discurso flamígero con claros objetivos como las personas en su condición de inmigrantes, las mujeres que reivindican derechos, la población con opciones sexuales diferentes, contra el Estado de bienestar y la promoción de la inversión privada o de sus afines (el capitalismo de chiringuito, dicen por aquí) son condimentos para un mejunje populista de derechas y que cala mucho en la población. Ante toda esta ola o huayco de ideas el debate se resiente y los medios de comunicaciones tradicionales tienen mucho de la responsabilidad en esta inflación del pensamiento superfluo. Los canales normales de discusión o de debate se han restringido o es casi inexistente. Y las redes sociales, de cierta manera, han contribuido a esta restricción al limitar las respuestas. Más bien parece un dime y diretes sin un pensamiento profundo, todo queda en la superficie. Con el fenómeno de las redes sociales hasta los presidentes de los estados se expresan por Twitter donde la brevedad reina sin rendición de cuentas. Sí alguien dice algo, otro le responde y así se dice que se “debate”. A igual que las famosas virales que arrasan por unos minutos la atención de las personas y luego se diluye con la misma fuerza ¿adónde vamos yendo?

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