Las raudas naves Carlos Antonio y Yatsur iban a partir la tarde del viernes 10 de abril llevando cientos de profesores hacia los centros educativos ubicados en los ríos Napo y Putumayo. Era tarde para la zona de frontera ya que había pasado más de un mes del inicio oficial de las clases escolares en la región. Pero para celebrar el retraso clamoroso, la demora exagerada, al señor Javier Yglesias no se le ocurrió otra cosa que contratar los servicios de una orquesta típica para la triste despedida, para el nostálgico adiós .
La orquesta desparramó sus sones y arpegios alegrando el ambiente viajero, intensificando el puerto de Moronacocha, sitio elegido para la partida de las naves citadas. Todo parecía normal en esa tarde, pero fue tanta la inspiración artística, tanta la pasión musical de los miembros de aquella orquesta, que los maestros decidieron armar la parranda, pues consideraron que unas cuantas horas más de retraso en el inicio de las clases no era gran cosa. El señor Yglesias, hombre que gusta de echar sus aguas y mover el esqueleto, no vaciló en sumarse a la cumbiamba y entonces se armó el despelote.
Las naves Carlos Antonio y Yatsur andan a la deriva por el lago Moronacocha. Los tripulantes no piensan navegar hacia el Napo o el Putuamayo ya que se han sumado a la fiesta. La celebración no tiene cuando acabar. Sigue viento en popa como si se tratara de un crucero turístico, de una expedición de relajo. En el interior de las naves, sin embargo, no todo es festejo. De acuerdo a fuentes confidenciales, algunos profesores aprovechan la ocasión para presentar sus reclamos gremiales al director educativo. Como se teme que en cualquier momento estalle la violencia, las autoridades vienen poniéndose de acuerdo para tomar por asalto ambas naves dedicadas al joropo.