El hombre araña decidió participar en las elecciones del 2016. Disfrazado clásicamente con sus ropas que recuerdan a una enrevesada telaraña,  ya se lanzó a la campaña. De repente aparece en cualquier calle y lo único que hace es trepar postes, muros y paredes. Algo que hace con suma facilidad debido a su costumbre de andar por las alturas. Desde arriba el singular candidato pide a los transeúntes que voten por él. No hace nada más puesto que,  al parecer,  carece de estrategia política, de plan de gobierno, pero quiere ser elegido como presidente de la república del Perú. Cuando comenzó no figuraba en las encuestas, pero de un tiempo a esta parte ha comenzado a subir como la espuma. Parece mentira pero está entre los primeros lugares con tendencia a subir.

Ello lo ubica en el centro de las miradas de sus adversarios y lo convierte en victima propicia  de sus enemigos.  Estos no escatiman energía y esfuerzo para bajarle la llanta o quemarle la película. Así acaba de salir la novedad de que el hombre araña en realidad es un forajido de alto vuelo y experto en escalar viviendas que se aprovecha de las elecciones para cometer sus fechorías. En cada escalamiento sale con las manos llenas. El hombre araña se burla de esas acusaciones y dice por toda respuesta que jamás ha robado. Pero lo otros piden que se le haga un seguimiento y que se le investigue luego de cada salida.

Ignoramos lo que pasará dentro de poco con el hombre araña, cuyo rostro nadie conoce, pero estamos seguros de que dará brutal pelea a los candidatos favoritos. Estos deberían poner las barbas en remojo, dejar a un lado las acusaciones y lanzar una campaña inteligente para superar a tan singular candidato que sorpresivamente puede ganar las elecciones que se avecinan.