Leí en un blog sobre cambio climático del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) del que soy participante, una lista de diez pasos que deberíamos implementar para lograr que el proyectado aumento de la temperatura media del planeta se mantenga por debajo de los 2°C con respeto a los niveles del siglo XIX. Si logramos esta meta, estaríamos evitando un recalentamiento global que los expertos advierten tendrá graves consecuencias para el entorno natural en que se desenvuelve la vida del hombre y de las demás especies.
Mantenernos por debajo de ese límite, supone un gigantesco esfuerzo humano para “reducir a cero las emisiones netas de dióxido de carbono para el año 2050, lo que requiere cambios profundos en los diferentes sectores de la economía” dice el BID. Sin embargo, es posible lograrlo si es que llevamos a la práctica diez pasos que han sido sistematizados y concretados por el instituto de investigación Climate Action Tracker. Nadie quiere que las próximas generaciones se achicharren, por eso los resumo y lo comparto para generar conciencia en personas y organizaciones, pueblos y gobiernos, ricos y pobres, del norte y del sur, y asumir el compromiso de mantenernos debajo de esa riesgosa marca.
Debemos impulsar “la transición hacia las energías renovables”. Esto implica detener progresivamente la construcción y funcionamiento de centrales eléctricas que utilicen combustibles derivados de hidrocarburos o de carbón mineral, y más bien, apostar por la energía hidroeléctrica, eólica, solar y geotérmica. En el Perú, ya tenemos definidas las zonas que por sus características geoclimáticas son abundantes en los recursos que sustentan dichas fuentes energéticas. Es cuestión de poner énfasis en su fomento y en el financiamiento de inversiones que las desarrollen.
Transitar hacia las energías renovables implica también un recambio radical en la fuente energética que alimenta los vehículos de transporte terrestre, aéreo y acuático. Se debe fomentar la venta y uso de vehículos eléctricos, de manera que en el 2035 representen el 100% de vehículos vendidos el mundo, y al mismo tiempo, se debe implementar nuevas tecnologías para la reducción de emisiones en el transporte aéreo y acuático (marítimo, fluvial y lacustre). La información disponible nos indica que a la fecha se han vendido 1.4 millones de vehículos eléctricos, la mayor parte de ellos en Estados Unidos y Europa. Sin embargo, esa cifra representa apenas el 0.1% de los más de mil millones de vehículos que circulan en las carreteras del mundo. Lamento decir que, según esta estadística, en este registro no figura el Perú.
Igualmente, debe propenderse a la utilización de tecnologías de punta para el uso eficiente de la energía y de los recursos en los sectores productivos. No se trata únicamente de desaparecer por completo las chimeneas de las viejas fábricas, sino de diseñar estrategias que optimicen al máximo el consumo de energía, como: viviendas inteligentes, artefactos ahorradores de energía, sistemas digitales de bajo consumo, entre otros, que son de nuestro uso cotidiano.
Los diez pasos contemplan uno que llama a “mejorar las técnicas de construcción de casas y edificios que disminuyan drásticamente el consumo de energía para aire acondicionado y calefacción”. En nuestro país, la demanda de aparatos de aire acondicionado ha crecido debido al incremento de la temperatura y de los periodos de calor en la costa. En cambio, en otros países, la demanda de calefacción para combatir el frío se ha vuelto más pronunciada. Esto quiere decir que, en la selva peruana, por ejemplo, deberíamos propiciar la construcción de viviendas y edificios con materiales que no recalienten las estructuras y, al mismo tiempo, cambiar los miles de techos de calamina existentes por un techo aislante del calor.
Del mismo modo, deberíamos “detener la deforestación”, sin que ello signifique ser perros del hortelano. Hay que reconvertir nuestra industria forestal para que el producto final tenga un alto valor agregado, implementar decididamente los mecanismos de reposición forestal, implementar procesos tecnológicos de secuestro de carbono, reformar los modos de producción agrícola y pecuario, y hasta modificar nuestra dieta alimentaria, minimizando el desperdicio de comida.
Todo ello para no recalentarnos.