Volvía a Moyobamba luego de casi veinte años. Mi última estancia fue cuando trabajaba en una organización de derechos humanos – la oficina inicial en la actualidad había cambiado de dirección. Se vivía una situación de post- conflicto. En ese viaje visité Habana, donde vivió el agente judicial del litigante de purmas del juicio de Bonifacio Pisango y donde había una asociación de desaparecidos de la guerra civil. Esta vez el objetivo era visitar con mis padres (que son muy verracos) y F en un plan más tranquilo y con la idea de mirar otro punto de la floresta que no sea Isla Grande. Sin esos agobios del trabajo en que uno está inmerso. Estuvimos hospedados en el hotel Altavista, a orillas del serpenteante río Mayo, desde lejos parece una ágil sierpe. Es uno de los pocos lugares de la selva donde uno no se despierta no con el puñetero sonido del motocarro que está en muchas ciudades de la floresta, aquí te despiertan el trino de los pájaros y el silencio, en verdad, que el cuerpo y el alma lo agradecen. La idea o concepción del hotel es de hacerse auto- sostenible con el tiempo. Por ejemplo, el buen y reparador café que se consume en el desayuno proviene de la plantación del hotel. Amén de la amabilidad de los dueños y trabajadores. Lo que seduce es la idea que hay detrás del hotel. Era nuestro centro y de ahí partimos para otros lugares. Un punto de la agenda era ir a ver orquídeas y pasear por los alrededores. Mi madre que es nuestra notaria familiar iba con su cuaderno de anotaciones, preguntaba y anotaba todo lo del viaje – ella me dice que lo escribe lo vuelve a leer y luego los rompe, menudo desperdicio digo para mis adentros. Mi agenda escondida era visitar Moyobamba, y si fuera posible los sitios de más altura donde fue el escenario del robo de una orquídea (lo cumplí en parte), para muchos es una de las más hermosas del mundo por su tamaño y belleza, de nombre Phragmipedium kovachii, inclusive se ha novelado sobre este hurto. Un aparente y despistado turista gringo de visita en un pueblo cerca de Moyobamba la compró a una niña pagándole una suma irrisoria y luego la sacó del país de manera furtiva para luego registrarla a su nombre haciendo caso omiso a las normas nacionales e internacionales de protección. El saqueo continua, es el mensaje que queda. Claro, Perú reaccionó tarde y acudió a los tribunales no pudiendo enmendar el nombre de esta bella orquídea amazónica que lleva el nombre de quien secuestró a esta bella flor (una impunidad en toda regla). Así en el Jardín botánico en la misma ciudad de Moyobamba pudimos verla, en vivo y en directo, a tan bella orquídea. Te quedas pasmado de su belleza. Parte del plan del viaje estaba cumplido y volví al hotel con una sonrisa de satisfacción.
https://notasdenavegacion.wordpress.com/