ZURRIAGAZO
Por Miguel DONAYRE PINEDO
Hace unos días otorgaron un premio literario al escritor Javier Marías por su novela publicada el año pasado, Los enamoramientos, y acto seguido él renunció al premio. Me parece que es una actitud digna de resaltar y aplaudir. Ganó su honestidad ante todo. Se puede discrepar ideológicamente con él, que juega a francotirador y que está en los márgenes de las ideologías, pero su renuncia es digna del mejor elogio frente al poder. Que no es genuflexo. Ni es cortesano a expensas de las migajas que arroja el poder que son una larga lista y están al acecho de cada premio y sudoración económica. De alguna manera se veía la intencionalidad o direccionalidad del premio [dotado de 20, 000 euros] de acallarlo por sus continuas críticas a los que ejercen el poder, él cumplía con su rol como intelectual. Fue urticante cuando gobernaban los socialistas y sus propuestas ñoñas, en verdad, perdieron el norte y hoy es un partido gris y sin ilusiones. Hace poco dijo que el actual presidente de gobierno de España es un cabeza hueca y que no genera ilusiones ni esperanzas que la crisis obliga – mejor fotografía que esa para retratar a este barbado señor no pudo haberla. El intelectual idiotizado por el poder es aquel que va recibiendo premios e incrementando su cuenta corriente, y de paso, si puede, da lecciones de moral y ética bufa en esta civilización del espectáculo. Es la perversión. Me gustó en grado superlativo la actitud de García Márquez que después de ganar el Premio Nobel de Literatura manifestó que no recibiría ningún premio más en ese sentido. Que lo ha cumplido a habilidad, eso creo. Como decía alguien, estos gestos y actitudes son de los imprescindibles.