Ishaquito

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Un niño siempre representa la esperanza. Por eso tener a uno de ellos como símbolo en cualquier actividad benéfica no es solo justo y necesario sino fundamental para enternecer y provocar los más sensibles sentimientos. Ishaquito es el motivo que encuentra el autor de la nota para demostrar que se puede ayudar desde donde se esté. Y ojalá que el caso se convierta en el inicio de una cadena solidaria para ayudar a los que más necesitan.

Si yo no tengo amor, nada soy Señor, repetimos los cristianos en la Eucaristía. Ya pues, demostremos amor hacia quien de alguna forma encarna todo el sentido navideño. ¿Acaso no nació hace 2012 años un niño Manuelito que vino a salvarnos del pecado y que nos dejó lecciones de desprendimiento y de preocupación por el prójimo?

Mientras la televisión nacional daba cobertura al esfuerzo del chino Miyashiro y su partner Mónica Cabrejos en el intento de financiar la curación de Adrianito, desde Iquitos me cae una llamada de Marcel del Aguila, coordinador del programa que conduce en radio La karibeña Manuel Rosas Matos, y me indica que una madre está en la cabina pidiendo que se la contacte con el presidente del Congreso, Víctor Isla Rojas, para que pueda apoyar en el tratamiento de Isaac, quien debe viajar a Lima primero, después a Santiago de Chile, para que pueda vivir primero y si logra eso mejorar su calidad de vida. Hasta aquí resumida la historia de un ser humano que necesita de la caridad del prójimo para sobrevivir.

El resto llámelo como quiera, pero es una de las experiencias más maravillosas que he vivido como ser humano en medio de esta deshumanizante sociedad. Póngale el nombre que quiera, pero en menos de 25 horas con 7 minutos he sentido que un halo de buenas vibras ha sacudido mi pequeña humanidad y mientras sostenía la carta de Rosario Vizalote Orbe, mamá de Ishaquito, experimenté una sensación similar a la que siento cuando acudo a misa y escucho la palabra de Dios, ese que dudo esté por los alrededores de la capilla sixtina. Agréguele el título que más lo provoque, pero ese estremecimiento de cuerpo que sentí esa mañana fría de octubre capitalino me ha llevado por enésima vez a la conclusión que mi humanidad, tan descarriada unas veces y tan insensible otras tantas, tiene mucho de humana. A esta prueba me remito.

Ese sensacionalismo periodístico, tan vilipendiado por los propios colegas que a veces ocultan con esa crítica su propia insensibilidad, ha demostrado que cumple su función, es decir provoca sensaciones. Positivas, en este caso. Y es que es imposible no conmoverse ante el cuerpecito frágil de este niño que debería convertirse en símbolo de esta Navidad. Si yo no tengo amor, nada soy Señor, repetimos los cristianos en la Eucaristía. Ya pues, demostremos amor hacia quien de alguna forma encarna todo el sentido navideño. ¿Acaso no nació hace 2012 años un niño Manuelito que vino a salvarnos del pecado y que nos dejó lecciones de desprendimiento y de preocupación por el prójimo?

Si la televisión nacional ha llegado a la conclusión que también puede -y debe- ser provocadora de buenas vibras con el caso de Adrianito, los iquiteños tenemos la oportunidad de demostrarnos a nosotros mismos que aún somos capaces de unirnos ante casos que requieren la mano tendida, mejor si esa mano tiene algún billetito que ayude a una familia que carece de recursos para una enfermedad tan poco habitual como costosísima. Es verdad que con la ayuda a Ishaquito no solucionamos los problemas de salud de la región. Ni creo alguien pretenda que el imaginario crea eso. Pero de hecho que nos sirve para demostrarnos que somos sensibles. Para conocer que podemos dar de sí sin pensar en sí más allá de lemas marqueteros o cálculos políticos. Sobre política y políticos también hay que hablar, por supuesto.

Y es que en los 96 días que llevo en la función pública he podido ver que hay políticos que son capaces de enternecerse ante el dolor humano. Que pretenden ayudar sin las cámaras ni nada de lo que llamamos figuretismo. Que a pesar de las luces y los reflectores no olvidan sus orígenes y se conmueven ante el dolor ajeno. Que más allá de circulinas y bocinas son capaces de ponerse en la piel del otro, del desposeído, del que no tiene un pan que llevarse a la boca y no puede siquiera comprar un fármaco para calmar el dolor que le provoca la enfermedad y el precio de las medicinas. Que a pesar de la cotidiana agenda desprestigiadora emprendida hacia esta práctica explicada por Aristóteles, falta los dedos para contar a quienes han hecho de la política un ejercicio irrenunciable de ayuda al del frente. Yo estoy convencido que la política también sirve para mejorar las cosas. Y para ello primero tenemos que mejorar nosotros mismos. Ishaquito es una prueba y lo será más cuando regrese restablecido del país sureño y todos cantemos un aleluya en nombre del Señor.

2 COMENTARIOS

  1. En verdad estas cosas hacen que se retuerza el estómago y que te duela el corazón de ira, porque en las primeras páginas de los periódicos solo se ve chicas hermosas con diminutas ropas esa figura tan atractiva que su mayoría solo por eso compran, políticos corruptos, crímenes, abusos de diferentes índoles, pero no vemos en primera plana los sufrimiento de tantos niños que por falta de ayuda dejan de existir, los domingo las iglesias se llenan de creyentes hipócritas, se golpean el pecho después de regresar de una POLLADA con olor a alcohol, los ´políticos mafiosos empresarios corruptos solo sirven para hacerse más millonarios a costa de los demás, ISHAQUITO no una excepción en este mundo de indiferencia hay miles de ISHAQUITOS que necesitan de nuestro apoyo, pocos son los religiosos que siguen el ejemplo de CRISTO, o del buen samaritano.
    ¡Jaime buen Artículo!

  2. en el nombre de Dios Jesusxto ayudemos a Ishaquito y tu que lees este dramatico parrafo y tenes dinero sobrante daselo a este niño o tu que estas con un gran cargo publico haz feliz a los padres de este niño coterraneo nuestro que busca y pide a gritos nuestra ayuda. Dios te bendecira grandemente.

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