Ayer se celebró el Día del Periodista con gran algarabía y seguramente con invitación de candidatos, instituciones, autoridades y demás. Por gusto. Esos mismos te dan la espalda en primer lugar cuando dejas de ser periodista y muchos de ellos están o estuvieron (muchos sin conocer la norma) a favor de la ley Torres y Torres Lara, el fiel obediente del Fujimorismo que terminó en parte con la profesionalidad en el periodismo.

Por más que los advenedizos digan que no se requiere tener estudios o pasar por la academia para ejercer el periodismo y que los grandes maestros no pasaron por las aulas universitarias, no se puede negar la intencionalidad política que tuvo esta ley para abrir las puertas a cualquier sujeto y, en nombre del oficio, bipolarmente se manejen como les venga en gana. Cuando murió Torres y Torres Lara seguramente se llevó parte de la responsabilidad del caos que hoy vivimos en los medios de comunicación.

Pero esa es sola una parte de la realidad. La otra es que una gran mayoría, trabaja a destajo, no cuenta con seguro social, menos está en planilla y seguramente la imposición de entrevistas y notas se hace más evidente y prácticamente una manera de trabajar “normal”, peor aún no hay intención de, voluntariamente formarse en el trabajo. El periodismo está desapareciendo, no porque las redes sociales y los formatos digitales lo abrumen, sino porque leyes, principios, códigos y voluntades así lo permiten. Este statuo quo es perfecto para el mal y la mediocridad.

Desde las grandes corporaciones hasta los medios chiquitos están satisfechos porque les permite a ellos tener el poder de manipular, no sólo la opinión, sino al que llegue al poder. Utilizan los medios como un brazo de otras varias de empresas que acompañan sus éxitos, oh sorpresa, gracias al apoyo de este brazo mediático. Sucede en París, Lima y en Pocollay. Y eso que constituía un  ejemplo aislado hoy es el sistema establecido que será difícil derrocar. Porque igual como funciona la demagogia en los políticos cuando son candidatos, igual funcionan los discursos de los periodistas y propietarios cuando se trata de ensalzar la labor. Pero es finta, flor de un día, sólo para el brindis. Salud.

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