Como ejercicio para el análisis preliminar funciona bien y es válido. Pero, carnavalescamente, es un poco gastar pólvora en gallinazos el hecho de hacer referencias a los candidatos distritales, provinciales y regionales. Porque debido a los lobbies, cubileteos y acomodos los candidatos que trabajan con una agenda propia aún no han decidido en qué grupo, finalmente, irán. Solo observemos algunos casos.
Hace menos de un año Manuel Noriega andaba de la mano de Elisbán Ochoa Sosa con “Mi Loreto” hasta que apareció Dante Perea Mori y se convirtió en candidato del arbolito y ha llevado a esas filas a Carlos Acosta Gómez, empresario vinculado al turismo que seguro ni siquiera había soñado con dejar los albergues para recorrer plazas y calles con fines proselitistas. ¿Por qué fue desplazado uno y aceptado otro? La respuesta siempre caerá en el terreno de la especulación y, si prefieren, de la suspicacia. Luego el mismo Noriega tuvo que anclar en el “MIL” y se cambió de camiseta y líder. Comenzó a mostrar las bondades de Fernando Meléndez con la misma “convicción” que meses atrás había expresado las bondades del exalcalde Indiana. Aún no se terminaba de acostumbrar a las loas innecesarias hacia el candidato regional del MIL que fue sacado del puesto. El hecho tuvo varias explicaciones, todas ellas tan válidas como dudosas. Luego de buscar y ser buscado por diversas agrupaciones y políticos aceptó convertirse en candidato de MERA, cuyo líder Jorge Mera Ramírez recibió los mismos elogios que antes habían recibido Elisbán y Meléndez. Un candidato muy voluble, por decir lo menos. Que le hace daño a la política porque se debe acabar con aquello que en política todo es posible.
Hay más candidatos que agrupaciones. Por eso tenemos políticos que aún no poseen la inscripción en el Jurado Nacional de Elecciones y, mientras esperan la oficialización, coquetean con los representantes de diversas agrupaciones. Pues hay quienes tienen un perfil propio que los hace atractivos como productos. Ya que las agrupaciones también necesitan rostros atractivos –electoralmente hablando- para que sumen votos. Si son regionales, necesitan de los rostros provinciales. Si son provinciales, necesitan de los rostros distritales. Se retroalimentan. Así, Euler Hernández necesita el apoyo de Fernando Meléndez y éste a su vez del candidato punchanino. Igual Iván Vásquez Valera requiere de un candidato fuerte, polémico y convincente en la provincia de Maynas para ampliar su espectro de votantes. Por eso le tiene en sus filas a Augusto Vargas Fernández, quien en estos últimos días se ha convertido en el más mediático, expresivo y convencido proselitista de Fuerza Loretana, reeditando una alianza electoral provincial que, no lo olvidemos, llevó a regidores apristas a la Municipalidad Provincial de Maynas en la primera vez que triunfó Iván Vásquez Valera en la provincia.
Así que más allá de los detalles y las candidaturas propias y trabajadas hay que señalar que nadie tiene un color definido. Monasí sigue en conversaciones con otros, Iván busca aliados a su causa, Elisbán tantea a personalidades para su lista en todas las jurisdicciones, Meléndez trabaja para combinar políticos que consoliden su candidatura y financien la costosa y larga campaña que ha emprendido. Así está la situación hoy pero mañana puede cambiar.
Se acepta
Jaime creo que haces un buen análisis, sobre en utilizar una palabra como voluble que es la campaña en estos momentos, aun falta conocer los acomodos estratégicos de los candidatos o precandidatos, en mi opinión coincido con usted en la afirmación que hay mas candidatos que agrupaciones políticas propiamente dicha eso es parte del debilitamiento de los partidos en la sociedad, considero que la culpa lo tienen sus mismos militantes, es importante renovar los cuadros polititcos y técnicos, los jóvenes intelectuales tienen otra visión mas acorde a estos tiempos y con consideración de políticas de estado en todo nivel hacia ahí debemos encaminarnos
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