ESCRIBE: Gerald Rodríguez.

Publicado en 2024, el trascendental libro de poemas de Álvaro, «No hay nada más en la tierra», se considera una pieza fundamental del urbanismo realista. Más que eso, es una expresión cruda y visionaria que desafió directamente el conformismo de la sociedad peruana de la postdictadura de los años noventa. Mediante versos extensos y fluidos, Álvaro elabora una crítica severa y, a la vez, una exaltada defensa de los marginados sociales: artistas, adictos, homosexuales y enfermos mentales, a quienes describió como «…el mundo ideal hecho a mi medida: caótico, lujurioso, prosaico, iracundo…».

La obra se estructura como un tríptico poético donde cada una de sus poemas mantienen un estilo y cadencia propios, aunque están vinculadas por una energía cautivadora y una sinceridad descarnada. “Yerba Celestial”, detalla en forma de letanía la vida de estos marginados modernos, relatando sus viajes, sus roces con las drogas, la sexualidad y lo espiritual, y su choque inevitable con una sociedad represora. Sus versos generan un compás hipnótico que sumerge al lector en un torbellino de imágenes impactantes.

En “No sé qué es peor”, el tono del poema se vuelve una crítica furiosa contra el símbolo de la sociedad industrial deshumanizante, el consumismo y la uniformidad. Los versos se acortan y se vuelven más contundentes, denunciando cómo este sistema devorador —que representa la guerra, el gobierno y la psiquiatría opresiva— aniquila la individualidad y el espíritu.

En “De malas pulgas con Eliot” es un canto de solidaridad y afecto por Thomas Eliot, un “amigo poético” que Álvaro conoció en una especie “institución psiquiátrica de la palabra” por medio de su poesía, y a quien dedica el poema. A través del repetido «¡Excelentísimo hiji´ puta, cómo te admiro!». Álvaro crea un lazo de empatía con Eliot que se extiende a todos los que padecen el aislamiento. Este poema representa una declaración de humanidad compartida en medio del dolor y ofrece un destello de esperanza.

Para comprender «No hay nada más en la tierra», es esencial considerar su contexto: el Perú pobre, la dictadura de los noventa y el periodo de gran paranoia y presión social. Álvaro desde la poesía se alza contra esos valores, y este poema se convierte en su principal estandarte. Su publicación de sus demás libros de poesía provocó un notorio juicio por obscenidad para algunos, pero el «valor social redentor» de «No hay nada más en la tierra», establece ya desde ahora un precedente vital para la libertad de expresión en la literatura amazónica y peruana.

Formalmente, «No hay nada más en la tierra» rompe con las normas poéticas de estos tiempos. Con la influencia de Walt Whitman, Thomas Eliot, el rock, Annie Lennox, Amy Winehuose, utiliza versos libres y largos que imitan el ritmo del habla. Su lenguaje es directo, a menudo explícito y lleno de jerga callejera, lo que resultó chocante para muchos en su tiempo. La estructura narrativa del poema guía al lector en un viaje emocional que va desde la descripción de los marginados y la crítica al sistema, hasta un mensaje final de compasión, transitando de la ira a la redención a través de la conexión humana.

En definitiva, «No hay nada más en la tierra» es más que poesía: es un testimonio histórico, un objeto cultural y una obra de arte con una fuerza perdurable. Su análisis expone las tensiones de su tiempo y la eterna búsqueda humana de libertad, sentido y conexión en un mundo adverso. El grito de Álvaro sigue vigente, recordándonos la necesidad de dar voz a los oprimidos y de cuestionar los sistemas que intentan someter el espíritu.