A pocas horas que el congresista César Villanueva juramente como Presidente del Consejo de Ministros circula por las redes el mismo documento con el que se intentó, infructuosamente, vincular al expresidente del Gobierno Regional de San Martín con el principal “colaborador eficaz” del caso Odebrecht, Jorge Barata. Sin embargo, para cualquier analista los documentos mostrados no muestran ninguna acción para delinquir y sí una propuesta para lograr el desarrollo, donde Barata es un representante de la CONFIEP, gremio que formaba parte de dicho intento y donde estaban otros líderes y gobernantes regionales.
Días antes ha circulado en los medios de comunicación diversos videos donde se expone a César Villanueva negando cualquier posibilidad de formar parte del gabinete ministerial y afirmando que “se debe desterrar” de la política peruana la actitud de hacer las cosas por interés. Y, en una prueba que los políticos son esclavos de sus palabras, el congresista de Alianza Para el Progreso señala que el día de la juramentación de los ministros de la era Vizcarra él se encontrará en su región de origen “tomando agua de coco que tanta falta hace”. Todas las expresiones de Villanueva no han recibido el repudio de quienes desde diferentes tribunas propician aquello “que se vayan todos” a pesar que uno de los principales males de la política peruana es la falta de honrar la palabra. Es decir, la mentira y la propuesta fácil y demagógica tiene que ser erradicada de la conducta de los políticos si es que deseamos un cambio, realmente.
Lo que sucede en los últimos días con César Villanueva es una constante en la política peruana: destruir a un político en base a supuestos y medias verdades. Destruir una imagen en base a la exposición de documentos que son auténticos pero que encierran falsedades o, en el peor de los caos, evidencian cosas distintas a las que son. Es lo que se intenta hacer con la conformación de la Asociación Amazónica de Fomento de la Inversión Privada (Amazinver) que se instaló en Pucallpa en julio del 2012.
Pero esta mentira se difunde y construye para ocultar otra verdad: las declaraciones de César Villanueva negando cualquier participación en el Gabinete. Y nosotros creemos que eso sí es grave. Más aún si no es el mismo Villanueva quien salga –con la misma vehemencia que sus voceros han salido a desmentir lo de Amazinver- a ofrecer disculpas por las expresiones que hoy se oponen. Podrán considerar que es un aspecto anecdótico pero de hechos así se han ido construyendo los desastres políticos de las últimas décadas en el país. No es un crimen que Villanueva haya cambiado de percepción y acepte hoy lo que negaba ayer. Hasta cierto punto somos condescendientes con esas acciones. Pero que no sea la principal figura del Ejecutivo –después del Presidente de la República- quien muestre este comportamiento, pues así empezamos mal y ya sabemos cómo se termina.