La imaginación de Augusto Monterroso para describir a los caciques locales ha sido superada, rebasada por la realidad española que a veces parece absurda tratándose de un país que va con pinta de moderno (en apariencia, porque rascamos un poco y emerge ese mundo patrimonial y tradicional). El lugar de ese hallazgo y mina de realismo mágico es concretamente en la Comunidad de Valencia. Un señor de lentes oscuros y fondón, antes su padre y su abuelo, y quizás más ramas de la familia, ejercía un cargo público casi de manera monárquica, por herencia. Así que la familia llevaba no sé cuanto tiempo en ese puesto (las dictaduras o períodos democráticos a ellos les viene igual, no hacen diferencias), desde el siglo pasado y cuya hija de este gerifalte es parlamentaria por el partido conservador, quien salió de las umbrías cuando en una sesión del Congreso hablaban sobre los parados y ella a bocajarro gritó: que se jodan. Además de mujer política es de verbo florido. Pero su padre superó a la razón. Para esquivar a Hacienda hacía regates de libro para evadir pagar sus impuestos. Este hombre lóbrego, de rostro autoritario y de labia áspera y con salidas de tono, había ganado la lotería varias veces (dicen como tres veces seguidas). ¿Quién puede creer que una persona pueda tener tan buena suerte? Parece que por aquí eso es posible porque nadie reclamó. Habrá que ir a pellizcarle para que la suerte nos bendiga en estas navidades al comprar el billete de la lotería. Este mismo señor, con la arrogancia de muchos caciques latinoamericanos (a mi me recuerda a los mandamases amazónicos que se toman fotos con los poderosos para que, en su idea, por osmosis le transmitan poder) en su período de gobierno construyó un aeropuerto en el cual nunca aterrizó un avión, él muy suelto de huesos y tan pacho dijo, que no era para los aviones si no para las personas. A este personaje cualquier investigación judicial sobre él quedaba difuminada, se valía de todo para salir impune. Este politicastro podría estar como un ejemplar raro (rarísimo) y vivo en el Bestiario de las estupideces.

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