Ahora resulta que porque un personaje mediático lanza suposiciones reafirmando el estilo lumpenesco que ha cultivado en toda su trayectoria tiene el atrevimiento de generalizar situaciones individuales los acólitos de San Saldaña defienden lo indefendible con las mismas armas que dicen combatir. Y no contentos con eso lanzan un tácito mensaje a quienes pueden atreverse a discrepar del pensamiento único que impera en un claustro que tiene como principal representante a un señor que ha hecho de la traición académica una hoja de ruta de vida laboral que le genera un millón de soles anuales con más muertos que heridos y cuyo epicentro nace en la Avenida Quiñones pero el daño llega hasta la ciudad de Tarapoto, inclusive. Los defensores públicos que darían lo que sea por mantenerse en el anonimato emprenden una ráfaga desproporcionada contra el mensajero y obvian el mensaje. En ese afán por mantener el statuo quo con fecha de vencimiento no se dan cuenta que el problema de los medios de comunicación en Iquitos son los propietarios que albergan en su perímetro a personajes grotescos.
Ahora resulta que en tiempos globalizados este pequeño diario, vilipendiado desde que apareció un miércoles de junio en 1993 que aún tenemos en el recuerdo, ha puesto en agenda de la competencia dos temas que han tenido mayor cobertura de la esperada y han recibido “el rebote” necesario con el que sueña todo periodista que hace bien su trabajo. El primero de ellos está referido a una autoridad que ha dicho –las grabaciones están ahí para quienes quieran reproducirlo- que es propietario de un grifo en construcción que se levanta en el distrito de Punchana con todas las falencias técnicas y legales para este tipo de construcciones. El susodicho ha dicho en la docena de cabinas radiales y televisivas que le han dado cobertura que ha respondido así al reportero Salvador Lavado porque no ha escuchado bien la pregunta. ¡Faltaba más! Y la mayoría de concesionarios y/o periodistas le han creído sumisamente esa versión y hasta los más “valientes del micrófono” se han vuelto pusilánimes ante la evidencia del uso de recursos municipales en una campaña que recién comienza. Y quieren que todos bailemos esa misma marinera. El segundo es más desfachatado y vomitivo. Se refiere a un funcionario público que salta de oficina en oficina con la única “virtud” de ofrecer servicios de limpieza en el Ministerio Público donde tienen compadres que archivan y denuncian no de acuerdo a las evidencias sino a los billetes que pasan por cajatambo. Se ha comprobado no una, sino por lo menos media docena de mentiras de ese funcionario dicho ante la Policía y Fiscalía que merecen una investigación que daría con el hilo de la madeja de una organización que está dedicada no sólo a salvar de prisión a personajillos sino a meter a la cárcel a otros que no bailan el ritmo que imponen.
Es risible y emblemático lo que hemos visto en la última semana. Risible por lo repetitivo y emblemático por lo tradicional que se ha vuelto el estilo. Y así seguiremos por los siglos de los siglos. No es que los medios seleccionemos los temas sino que al parecer hemos equivocado el camino. Y ocupadísimos en otras cosas diferentes al deber que manda el oficio anteponemos las suposiciones y olvidamos que el primer compromiso que tenemos es buscar la verdad y difundirla, no intentar desprestigiar la veracidad de los hallazgos de los otros, pues para eso ya están entrenados los promotores más variados. Sin embargo, a pesar de esas comprobaciones, todo lo antes dicho sirve para darnos cuenta que estamos en el camino correcto, es decir, de conocer la verdad de las cosas y luchar para que ella prevalezca.