MÁS ALLÁ DE LAS VISIONES
Por: Gerald Rodríguez. N
La poesía desviste el lado donde alumbra la conciencia del ser ante el mundo, el ser hace suyo la palabra para abrir sus ojos al recuerdo, a lo desconocido de la hora presente, a la sórdida existencia humana, interactuando con el mundo para crear una interpretación de los espacios movibles por el tiempo y descubrir su gran viaje de dolor, de angustia y desconsuelo que el destino oblicuo determina para la carne y el alma. La estructura de la poesía se comparte con el ser profundo de las calles o de aquellas almas escondidas tras los montes, la poesía es parte del alma, del ser que llena seductoramente su conciencia para aceptarse frente a lo negado y así de esta manera hacer del ser un ser social en los bordes de su conciencia y convertir a la poesía en el mejor objeto de comunicación para desarrinconar el tiempo que le toco vivir a él y su pasado.
Tomando orilla de esta conceptualización, adherida a la frustración de no poder entender lo que fue ayer en el mundo, la poetisa Ana Varela Tafur (Iquitos – 1963) motiva su discurso íntimo y confesional en el corpus de su poesía, representadas de símbolos actuando en el campo de la descarnalidad existida en los tiempos amazónicos, introduciendo su poesía al mundo interior marcado por un contexto de desconsuelo, donde forma parte de un primer plano de su poesía, la mujer amazónica presente, actora real frente a los designio del tiempo por las huellas que deja y que aun parecen vividas.
Lo que no veo en visiones (Tierra Nueva -2 Edición 2010), es el poemario que mejor representa su más elevado sentido artístico y poético que Varela anduvo buscando en destinados versos anteriores al libro, que de igual forma, no se representa solo, sino que en el libro se presenta el dolor como algo propio a todos los seres geográficos y excluidos por una modernidad carnívora y animal. Sus elementos citadinos o ribereños albergan a un solo ser: el excluido, el marginado por una sociedad que se crea un actuar hipócrita en una ciudad avergonzada de su linaje. La hora se presenta como tiempos de destrucción, donde la única guariada resulta ser el bosque.
Lo que marca la poesía de Ana Varela es su profundo sentido marcado de nostalgia en las descripciones de un momento puro, con un sentido claro del recuerdo que nos deja el tiempo como marca de ser culpable en el acercamiento profundo de una realidad que la poetisa contempla en su búsqueda desencantada. Es su voz que habla desde el lugar donde la frustración es parte del ser y la vida existe enfrentándose a los caprichos de la naturaleza. Ana Varela expresa sus emociones mediante la pureza de la vida en palabras poéticas huyendo siempre de las atmosfera del dolor. Su viaje que se mueve por distintos lugares de la Amazonía, por donde las nuevas generaciones representan el nuevo cambio de las ciudades mediante la emigración. La soledad aparece como un elemento de la degradación de ciertos valores por los orígenes y corren a experimentar nuevos cambios que no representa pasado, sino que su camino le lleva hacia un acto intenso del mundo moderno y abierto a todas las posibilidades de vida.
Lo que no veo en visiones no es un libro de respeto a la estructuras formales poéticas para hacer concreta la realidad mediante la palabra, sino que ella, solo en su pureza y hondo lirismo, actúa solo como un río que se mueve, el sujeto poético lentamente aprende a vivir de los cambios que el mundo le otorga, un ser cargando la existencia dolorida en la Amazonía , atravesando los límites expresivos de lo que pasa dentro y fuera de ella, representándonos al tiempo absorbido por el cambio con una voz irónica y funesta, expresándose en distintos lugares y tiempos y que hace de su voz una voz genuina entre los gritos de la poesía fémina del país.