El spot-video-documental que acaba de lanzar el gobierno, alabando y difundiendo las bondades turísticas del Perú a través del encuentro con habitantes del town de Peru, Nebraska (USA) es, técnicamente, un pinturita. Bien filmado. Narrado con ironía y solvencia, apelando a imágenes logradas y editado con una calidad admirable. Según estimado, habría costado más de 350 mil dólares, pero dicen que la calidad cuesta.

Pero, claro, si ese spot vendiera, digamos, automóviles o estadías en clubes campestres, yo le podría dar un premio. El problema surge cuando lo que quieres vender es un país. Y quieres vender una marca basada en un país que aún está muy lejos de poder entenderse, aprehenderse o integrarse.  No puedes intentar encontrar unificaciones a partir de la contemplación de un pueblito perdido en medio de Norteamérica, cuando es probable que ni siquiera estés con la ilusión de hacer lo mismo con un pueblito en medio de los Andes nacionales.

Sin embargo, es mucho más grave cuando un video oficial, pagado con el dinero de los contribuyentes, destinado a mostrar las bondades de todos los lugares del Perú (lo que se llama “la marca”) no contiene, en sus 15 minutos de duración, sino una (sí, señores ¡UNA! sola mención) a la Amazonía.

La única mención es cuando el viajero Rafo León habla a los extrañados gringos que miran un mapa “ustedes tienen derecho a viajar de la Costa a la Amazonía en un vuelo doméstico”.

Después de eso, no más selva. No más verde. No más Amazonía.

No es que andemos en plan quejoso (porque eso también nos han dicho) y tengamos que estar lamentándonos constantemente de nuestra suerte perra en cuanto a turismo. Sin apoyo estatal (o con la displicencia de los organismos regionales), a pesar de aquella ínfima cantidad de viajeros extranjeros que llegan a nuestra zona debido a la poca capacidad de gestión, hemos logrado posicionar una marca (que se ha ganado el respeto y la deslumbrada admiración de múltiples personalidades y publicaciones especializadas).

Esa marca, que ha sido ninguneada, confinada a un lugar apartado y menor en el escalafón burocrático, nos ha dado un nombre, que en el fondo es como una llave mágica para no morirnos definitivamente en este aspecto.

¿Saben cuál es? Claro, es el Amazonas.

A partir de su conjuro, se abren un abanico de imágenes, lugares, sabores, texturas, historias, pasado-presente-futuro que se conjugan con el entorno, construyendo identidad, magia y realidad. No todo es, claro está, dolor, indignación o reclamos por estos lares (aunque vaya que sí son absolutamente justificados)

Claro, nosotros tenemos derechos. Ustedes también tienen derecho a hacer de la Amazonía su marca registrada, en su cabeza, su corazón y sus recuerdos.

Amigos, especialmente los que promueven y construyen la Marca Perú, ustedes tienen derecho a:

–          Transportarse en un vuelo doméstico directo hacia la Amazonía, pero también llegar por río o también por carretera (si se pudiera) a precios módicos y con prontitud.

–          A viajar de la sierra, es decir del Cusco, hasta la selva a través de un vuelo de conexión, y no solo con Puerto Maldonado, sino también con Iquitos, Pucallpa o Tarapoto, por ejemplo.

–          A conocer y emocionarse con las experiencias infinitas que producen en los ojos y en el sentimiento el descubrimiento de Pacaya-Samiria, Manú, Tambopata, Kuelap, Yarinacocha, el río Shilcayo, las cataratas sanmartinenses.

–          A encontrarse con uno mismo mientras navega, sin ataduras el majestuoso y respetable río Amazonas.

–          A no perderse las maravillas hechas por el ser humano, el increíble y envidiable circuito de casonas antiguas de Iquitos o la catedral de Yurimaguas, por ejemplo.

–          Comer rico su picadillo de sajino, tacacho con cecina, cebiche de dorado, paiche al ajo, aradú, zarapatera, chilcano de carachama,  juane, o exquisiteces como el costillar de gamitana, el tiradito en salsa de maracuyá y mil etcéteras

–          Tomar con alegría y placer sus refrescos de camu-camu, cocona, uvos, así como su RC, su Chuchuhuasi, su Levántate Lázaro, su SVSS y muchos, muchísimos otros.

–          A navegar con tranquilidad y felicidad, con lujo y seguridad en los cruceros de Aqua y el Delfín, en los albergues y hoteles de primera que también muestran que la calidad es un signo distintivo

–          A descubrir con mucha contrición las revelaciones del ayahuasca, del toé, del ampiri, del tabaco negro, considerados remedios para el alma.

–          A dialogar con los pueblos originarios, con sus costumbres, a entender, apreciar y  nutrirse con la mutua interacción

–          A bailar con el changanacuy, el chimaichi, la pandillada, con Explosión, Kaliente, Papillon, Tran-C, Mermelada Pesada, Juaneco y su Combo, Los Wemblers y muchísimos adicionales en sus lugares de origen.

–          A descubrir, la cultura, el arte, la pintura, las manifestaciones alternativas de diverso signo, que son reconocidas no solo a nivel nacional sino internacional.

Me detengo acá, porque pasaría horas haciendo el listado sin terminar este artículo (lo animo, lector, a que haga su propio registro y lo comparta por este medio). Pero esta muy pequeña síntesis demuestra que la Marca Amazonía no solo es una realidad, sino debería convertirse en un producto de primerísimo orden que deberíamos difundir, capacitar y lanzar a los cuatro vientos.

Instituciones regionales, operadores turísticos, colectivos privados ¿alguno se anima?

1 COMENTARIO

  1. Apeciado amigo: seremos los ultimos, mientras la regionalizacion no logre una identidad propia, mientras continue un centralismo que nos hace sentir como puerta trasera de un estado que poco muda en tantos anos de Republica. mientras los propios amazonicos no forjen, cincelen, burilen una educacion amazonica , una identidad propia. mientras los lideres regionales politicos o no
    sigan siendo furgon de cola , gonfaleros, cajon de resonancia o apendices de un gobierno que solo recuerda la amazonia en cada periodo electoral. Nuestra densidad electoral contrasta con nuestra riqueza natural, solo asumir un rol protagonico con un plan ostenible y sustentable nos hara posible ser escuchados. Si eso es dificil, aun la miopia y la obsecacion por un poder temporal les hace perder la vision de una region que no es la «Marca Amazonia» mi amigo sino es la historia que tiene que hacer los amazonicos para imponer su «Marca» en un estado debil, parkinsoniano,que siente que la fuerza centrifuga es mayor que la centripeta. Amigo , la «marca» es lo de menos, hay que marcar la historia de la amazonia.

Los comentarios están cerrados.