[ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel].
Siempre me funciona. Aunque las comparaciones son odiosas. Pero son justas y necesarias. El penúltimo viaje que emprendí junto al poeta Percy Vílchez tiene como parada final la ciudad amazónica de Manaus, que todo loretano habrá escuchado siquiera nombrar. Llegamos cerca de las 9 de la noche. Primer choque contra la pared: no es fácil comunicarse, a pesar que todos los hispanohablantes griten que el portugués es un español mal hablado y los cariocas y lusos refuten con el nada despreciable: el español es un portugués mal hablado. Lo real es que en el aeropuerto Eduardo Gómez la tuve que hacer de sordomudo para contratar el servicio de taxi que nos llevaría al hotel. Uno mira el aeropuerto y no hay nada de similitud con el Secada Vigneta. Nada, para peor, claro.
Ya en el taxi comienza nuestro portuñol con un taxista que tiene mundo no sólo por los que recoge o despide sino porque en sus vacaciones coge sus maletas, convence a su novia y se va ya sea a Puntacana, Ciudad de Panamá o Cartagena. Tudu bonito, tudu baratu. Él no nos entiende mucho, nosotros tampoco. Pero nos dice que habla algunas palabras en el idioma de ese tal Cervantes. Y, claro, de qué pueden hablar tres hombres en un taxi recién conocidos y unos recién llegados a una de las ciudades más importantes de Brasil, país que está entre los cinco de mejor economía. Fútbol, economía, compras, mujeres, sí miuleres. Y, también, de las diferencias y coincidencias de las ciudades donde radican. Avenida inmensa y tráfico tranquilo para un día de elecciones, con ley seca incluida. Ya los brasileños no creen en los políticos. La izquierda o lo que queda de ella –en términos ideológicos me refiero- está cerca de una docena de años en el poder y los casos de corrupción aumentan.
Plata hay, bonanza existe y los arreglos debajo de la mesa y de la almohada también. Se evidencian en la prensa y en los pasillos de las oficinas y en los interiores de los taxis. Como es el caso. Ni Dilma Rousseff y Aécio Neves, pero los dos protagonizarán la segunda vuelta. El mal menor, talvez o el bien común, quién sabe. Ya llegamos al hotel y después de las recomendaciones de seguridad y al notar nuestra sorpresa por algunas garotas en la calle el conductor nos advierte: pueden divertirse pero mucho cuidado, no por el síndrome de inmuno deficiencia adquirida sino por los amigos de lo ajeno. Y una aseveración que nos sorprende: esas chicas no cobran, no lo hacen “por coshto sino por gushto”. Miro al poeta y le digo casi eufórico: “Ahí está tu oportunidad, Percy”. Tan divertida se pone la charla que el poeta olvida su pasaporte en el carro y provoca la desesperación total. Tan increíble es este país que antes de la medianoche el mismo chofer devolvió el documento fundamental para todo viajero.
Es medianoche ya y los boca de urna desde Iquitos nos llegan tarde. Bocas de locas, sería mejor llamarlas. Si hay una coincidencia entre Manaus e Iquitos es que en ambas ciudades amazónicas se desarrollaron comicios. ¿Alguna otra? Mañana les cuento.
nada de realidad…»pra nos que vivemos no brasil da muita corajem,» un comentario mal acertado mal hablado ,un viaje que parece solo existir en la mente del autor de la nota…!!!
Querido Jaime visitaste una de las ciudades con IDH mas bajo del Brasil, una delas 50 ciudades mas violentas del mundo.Honradez? Te devolvieron el pasaporte por que para ellos no tiene valor, diferente si hubiera sido un pasaporte americano o de la UE.
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