Por Filiberto Cueva
Desde hace 03 semanas soy miembro de uno de los peores equipos de natación que se habría conocido en la historia de la piscina a la que voy. Iniciamos 05 personas y desde hace dos semanas somos 07. Nadie destaca por sus habilidades de movimiento y destreza dentro del agua. Cuando les digo que nadie, es realmente nadie.
Entre los 05 que iniciamos estamos 3 jóvenes de menos de 30, una mujer de unos 40 y un anciano por encima de los 60. Ninguno de los 05 con conocimientos acerca de la natación y el mayor contacto que habríamos tenido con el agua, ha sido en la ducha, la playa durante el verano o alguna lluvia de tipo casual. Pero nadar, propiamente dicho, nadie.
Una de las chicas que como yo, intenta aprender a nadar ha dicho durante 03 veces que luego de cada ejercicio dentro del agua se replantea la vida. Que siente que es una lucha contante entre ella y su intento por dominar el agua. Como la vida misma, probablemente.
Por su parte, el anciano es quien tiene el equipo más completo para nadar. Además del traje de baño, los lentes para sumergirse en el agua y el sujetador de cabello, tiene unos tampones para los oídos y otro para la nariz. Para que no le entre el agua. Lo divertido es que antes de cada tarea sugerida por el instructor, este pierde más tiempo instalándose todo el equipo, que haciendo el ejercicio propiamente.
En estas clases de natación nadie quiere ser voluntario para una práctica o nuevo ejercicio. De hecho, cuando el instructor señala lo que debemos hacer nadie se atreve a ir primero en el equipo. Es que realmente lo hacemos mal. Y lo hacemos tan mal que mejor todos vamos juntos, así no se nota quien lo hace peor, aunque nadie lo podría hacer peor que nosotros mismos.
Sabemos que lo mejor es que uno vaya detrás del otro, que si vamos todos juntos lo desordenamos todo. Aunque cuando el instructor se pone serio y pide que uno vaya adelante, el resto del equipo incentiva a alguien a que lo haga, por supuesto perdemos tiempo hasta animar a alguien, pero lo logramos. Al final soltamos muchísimas carcajadas. Nos burlamos del grupo en sí, no de la persona. Es decir, no de él o ella. Sino de todos juntos.
En las últimas 02 semanas han llegado dos integrantes más al equipo. Dos mujeres de más menos 60 años también. Tampoco saben nadar. Mejor dicho, nadan igual de mal que el resto del equipo. Pero cuando han visto nadar a nuestro compañero también de 60 (o un poco más) le han dicho, qué bien nadas y este ha respondido “es que yo ya vengo hace 03 semanas” y ellas dicen “se nota la diferencia”.
Realmente no sabemos si era un gesto de admiración de parte de ambas chicas a nuestro compañero y que realmente este está aprendiendo o se ha tratado de un coqueteo. El equipo consciente de sus limitaciones ha determinado que se trata de un coqueteo.
Ambas nuevas integrantes tenían un poco de nervios en sus dos primeras clases. Temían hacerlo mal, pero les hemos dicho, que solo haciéndolo mal podrían ser parte de nuestro equipo.