Quienes se sorprenden ante los líos públicos de los políticos en Iquitos es que no saben la historia. O no la quieren recordar. Antes de la creación de los distritos de San Juan, Belén y Punchana esos líos se centralizaban en Maynas. Y vaya qué líos había.
Aunque no llegaron a los niveles que hoy se observa en San Juan, por ejemplo los trabajadores ediles en Maynas de esos tiempos recuerdan que Silfo Alván del Castillo cuando viajaba a Lima -que era una constante- dejaba con candado la oficina de Alcaldía para que el Teniente Alcalde Jorge Chávez Sibina no ingresara de ninguna manera. El uno acusaba al otro de negociados nada claros. Mientras que uno tenía la propiedad del medio de comunicación más poderoso de los 90s, Amazónica de Televisión, el otro contaba con toda la logística de la emisora del señor Marcos Panduro Rivadeneyra. Los periodistas de ambas empresas que dirigían los noticieros “independientes” seguro recordarán las restricciones a la libertad de expresión que acataban en nombre de la libertad de expresión. Silfo no era un hombre que se guardaba sus expresiones para círculos privados. Jorge Samuel en esos años andaba buscando un espacio que finalmente lo logró por méritos propios. Pero hay que admitir que la muerte repentina de Silfo apuró su ascenso al poder. Una vez instalado en la Alcaldía -hasta donde fue llevado por el PPC ocupando la cuota partidaria en el FREDEMO- él mismo se encargó de botar a quienes no le querían dar las llaves del candado de la puerta de Alcaldía.
Cuando Jorge Monasí Franco ejercía la Alcaldía de San Juan y tuvo que participar en las elecciones municipales dejó en el puesto -así exigía la ley- a un médico de apellido Godoy que, aún siendo suplente, evidenciaba un desapego al titular no por mostrar independencia en la gestión sino porque ya en el poder las personas cambian. Y a él le cambió esa pequeña cuota de poder. Efímero poder, sin duda, pero el doctor Godoy sin muchas pretensiones políticas, no entendía que hay titulares y suplentes que deben respetar códigos.
En Punchana, la profesora Delicia Manzur, tuvo que sortear la oposición de quienes habían llegado a la Alcaldía en la misma agrupación. Fuerza Loretana gobernaba el distrito allá por el segundo quinquenio de la década del 90. Delicia tenía el cargo, pero otros querían gobernar. ¿Quiénes eran esos otros? Raúl Chuquipiondo, Víctor Grández y Rolando Dahua. No había respeto de género, no había modales cuando de pelearse se trataba antes, durante y después de las sesiones de Concejo. Hoy Delicia ha muerto. Chuquipiondo años más tarde asumió la Alcaldía por el voto popular y cuando tuvo problemas con la justicia fue reemplazado por el entonces Teniente Alcalde, Víctor Grández. Ambos llegaron al poder juntos y luego se revolcaron en unos líos que los separó para siempre. Los tres aún tienen activismo político electoral. Aunque sólo Dahua tenga mayores posibilidades. Si Rolando alguna vez llega a ser elegido no hay duda que será uno de su propio grupo que hará con él lo que hizo con Delicia.
Los líos entre Andrés Ferreira y Elisbán Ochoa -¿ya no se acuerdan que el gobernador dijo que le quieren matar y mostró los mensajes con amenazas?- es para un libro en varios tomos. Sirva esta reseña para demostrarnos que, sea grande o pequeño, el poder divide a las personas. Con diversos matices. Al final se reduce a los beneficios propios que no sabe de principios. Los políticos son así, no se sorprendan. ¿Acaso no vemos por estos días los líos entre quienes intentan llegar al poder? ¿O creen que esos señores una vez instalados en el poder serán diferentes a los que hoy nos gobiernan?