Los operadores del 2011

Los operadores del 2011

Una cosa me llamó poderosamente el 2011. De tanto repetirse a diario imaginariamente tejía historias diferentes para que en la vida real no sean las mismas. Y no sólo se trataba de esperas, reuniones, persecuciones que apuntaban hacia la misma dirección, sino lenguajes repetidos, testimonios similares, los mismos actores: abogados similares, los mismos periodistas y el mismo objetivo. Ciro Castillo Rojo, su desaparición, su cuerpo, su padre, sus hermanos, su enamorada, el Colca, el Bomboya, la fiscal y otra vez Ciro.

Va terminar el año en unas horas y “la cosa” no parece tener fin. Todos los días, como si se tratase de la lectura de una lista donde se reiteran los invitados. Un grupo de periodistas llegan a la fiscalía para intentar encontrar un rastro legal o una mueca periodística sobre el caso más titulado del 2011. Los operadores de la noticia están puntualmente, se conocen ampliamente y con lujos de sus detalles personales. No se dan tregua porque no es una decisión personal, es una orden impuesta, un signo vital del que depende – prácticamente – su vida laboral.

Y es en ese sentido que no son pocos los que han sembrado algunas semillitas que los operadores han recogido con gusto. A veces por intermedio de los abogados que a diestra y siniestra esperan que les tomen sus testimonios al respecto. Como las semillas sembradas salen en conjunción y en cadena nacional, entonces “la verdad” se consolida y se vuelve comidilla a lo largo y ancho. Lo cierto es que aún hay apetito de “Ciro” y esto obviamente aminora el trabajo de los operadores, porque una pastilla insípida hacia sus editores generales, justifica horas y horas de diatriba, rajes y espera.

A pesar que muchos admiten que en este bolondrón habido más de un gobierno y sus operadores entusiasmados en continuar “la cosa”, hay que hacer lo que el público y el tiraje manda. Lo que si me cuesta creer son los testimonios que apuntan a que todos sabían (incluida la familia) del verdadero paradero del desaparecido y aún así no intentaron clarificar la búsqueda, cuando todos; policías, fiscales, videntes, comuneros, alcaldes, guías y el propio viento se disparaban por todos lados generando la confusión que llevó a alargar el encuentro.

He visto llorar al padre del universitario y sus hermanos y me cuesta creer que esas lágrimas hayan sido de andrómina. Y me cuesta creer en las cifras astronómicas que se han ganado a raíz de los aportes nacionales e internacionales. En ese aspecto sí creo ser ingenuo porque a los operadores y sus jefes los entiendo, finalmente es un trabajo, pero a la actuación sobredimensionada de los que debieron llorar de verdad, no, no lo entiendo y me resisto a creerlo a pesar de recibir cientos de historias de estos operadores que se apostan horas y horas en sacar cuentas, medir gastos, contar fiscales y abogados involucrados, verter testimonios de policías involucrados en la vaina. Tontos útiles, me dicen. Tanto tiempo cuñao. No sé.

Si el 2011 se va ir que se vaya también con esta cortina y sus encajes. Como hombre de prensa siento pena por los operadores, de su mal genio cuando les preguntas del Universitario que ha sido el genio de su último medio año, del frío que sienten esperando entre esas bóvedas de sillar donde funcionan los que manejan “las pruebas” de Ciro. Nadie quiere seguir pero la vaina aún vende así es que se ampliará “la cosa” por la vía legal para felicidad de los números en Lima pero para la tristeza de los operadores.

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