Crónicas de hogar

Percy Vílchez Vela

Cuando todo parecía listo para el día de la votación ocurrió algo que cambió radicalmente la última campaña política. Sucedió por aquellos días que un contingente de ciudadanos inscribió como candidatos a la alcaldía de Maynas a un perro, un gato y un cerdo. En un principio se creyó que esas candidaturas zoológicas eran una broma de mal gusto, una burla a la contienda de las ánforas, y se pensó que no iban  a prosperar. Pero desde el día siguiente esos candidatos empezaron a ganar adeptos, a conseguir seguidores y a convocar la adhesión desinteresada de los eventuales votantes. Los 3 animales no tenían nombre propio, carecían de identidad partidaria y no ofrecían nada, pero se apoderaron de la campaña de ese tiempo.

En el tramo final de esas elecciones era asombroso ver al perro, al gato y al cerdo en una competencia encarnizada en pos del sillón consistorial. Lo extraño de esa mutación es que los animales en conjunto tocaron un fibra recóndita de los electores que querían a toda costa un cambio. Fue así como en el día central de las elecciones los animales captaron la adhesión de los electores y fue un final de película con un empate técnico entre los 3 animales. Fue así como, por acuerdo de las principales fuerzas vivas de la ciudad y sus alrededores, el perro, el gato y el cerdo pasaron a ocupar alternadamente el sillón consistorial.

Desde entonces, desde esa invasión animalesca,  la provincia de Maynas es gobernada por los citados animales que se turnan en el alto cargo edil. De acuerdo a estudios, encuestas, seguimientos, pruebas y demás datos, se ha llegado a la conclusión de que esos gobernantes consistoriales hacen una buena labor que nada tiene que envidiar a nadie.