En algunas memorias todavía perdura la gran creciente del 2015. Nunca tanta agua sobre la tierra, dicen los antiguos y sostienen que la compra de tablas y listones para los puentes se convirtió en el mayor gasto de los municipios y otras entidades. Los aserraderos agotaron sus productos y el agua seguía subiendo. Las autoridades que estaban acostumbradas a cargar alguna tabla y meter algún clavo por ahí tuvieron que abstenerse debido a que el agua subía y subía. Los candidatos que querían servir aguaditos, sopones y otros preparados no encontraron lugar para hacer sus comilonas. La mayoría de calles fueron invadidas por las carpas precarias donde los damnificados eran abandonados a su suerte.

La ciudad de Iquitos se volvió   una ciudad acuática, fluvial. Los cuatro ríos que la circundaban como que se aliaron para sumergirle en la creciente más grande que se ha visto hasta hoy. La inundación reinaba y era frecuente encontrar a personas caminando como si nada sobre las aguas. Los vehículos, como cuando llovía, no demoraron en circular flotando sobre esos ríos desatados. En esas circunstancias es que hubo un reclamo o denuncia sobre el destino de los defensores de la patria ubicados en el famoso Paseo de los Héroes.

En ese entonces la calle Mariscal Cáceres estaba sumergida en medio de las aguas. Fue entonces cuando se quiso sacar los bustos y estatuas para llevarlos a otro lugar, pero el trabajo no se realizó debido a que los nombres de los héroes se habían borrado y no por acción corrosiva de las aguas, sino debido a la falta de cuidado de las autoridades de aquel tiempo perdido. Los héroes maltratados tuvieron que permanecer sumergidos hasta que se acabó la creciente. El descuido siguió y hoy por hoy no existen ni los bustos que engalanaban el célebre Paseo de los Héroes.