[Año 2015].

El año cultural del 2015 en la región Loreto fue una completa calamidad. Las entidades culturales, las entidades que tienen presupuesto para gastar en ese rubro, han optado por esconder la cabeza y no hacer absolutamente nada en lo referente a la desgracia del último puesto en comprensión de lectura. En 365 días no hubo ningún evento que buscara promocionar el libro entre los estudiantes. Nada de nada, ni siquiera un simple taller hicieron en todos los días del año, dejando que las cosas queden como están. Todo fue como si ese puesto lamentable no fuera una desgracia que les toca directamente  y se entramparon en patrocinar y auspiciar cualquier cosa, perdiéndose en el estéril activismo que ninguna huella deja a la postre. Es decir, prefirieron vivir de espaldas a la dura realidad, sin hacer nada, sin esforzarse contra ese último lugar que es una verdadera afrenta para toda la sociedad en su conjunto.

La palabra feria designa el caos, el pleito, la controversia, entre nosotros. En el mes de diciembre esas camorras aparecen y se instalan en la vida de bandos enfrentados que insisten en jugar la baraja de la ganancia para las fiestas de fin de año. Es decir, esas ferias tienen que ver con los intereses de comerciantes. No con la vigencia del libro en la existencia de cada cual.  En todo el año del 2015 ni siquiera se habló de la posibilidad de realizar en algún momento una feria del libro. El libro no existe como personaje  importante y fundamental en los ajetreos de las autoridades. De esa manera en el  campo  cultural hubo un vacío, como en años pasados. Así la región se vio alejada y excluida de los circuitos de ferias librescas que ocurren en el país y en el extranjero. Y ello también contribuye al último lugar en comprensión de lectura. Como para agravar las cosas, hubo abundancia de libros malos.

En todo el año 2015, como una plaga sin tregua, distintas entidades oficiales y hasta personajes sin ningún tipo de escrúpulos se dieron a la labor de editar los perniciosos libros malos. Esos libros, concebidos con facilismo lamentable,  hechos según los dictados de recetas mediocres,  redactados con las patas, luego pasaron a los salones como manuales para los escolares.  Es decir, eran introducidos en las aulas con la pretensión de que esas lecturas iban a liberar a los estudiantes de la incomprensión de textos. Desde hace años los libros malos inundan las aulas y no pasa nada con ese último lugar. El último lugar sigue invicto, mientras los autores de libros malos hacen sus negocios sin ningún remordimiento.

  El fin de la exposición de fotos del tiempo del caucho,  que se realizaba en los ambientes del  llamado Museo Amazónico,  fue otra de las calamidades más notorias de la vida cultural. Gracias a la labor de un mediocre individuo y la complacencia de la funcionaria Maritza Ramírez se sacaron esas fotos y luego se realizó otro evento donde se convirtió al asesino Julio César Arana en algo así como un héroe.  Luego del bullicio todo quedó en nada. En una ciudad donde no existen galerías  para exposiciones,  donde se requieren lugares de exposición permanente, el cierre de la muestra fue una gran pérdida. Porque así se privó de un lugar cultural a la ciudad.

Es habitual citar las  actividades realizadas cuando se pretende hablar de la vida cultural realizada durante cualquier año. En este 2015 nos parece que esa modalidad es obsoleta, que es más importante y saludable señalar los desaciertos, las carencias y los errores mantenidos durante 365 días. De esa manera evitamos mirarnos el ombligo como si todo estaría bien. Lo que no se hizo, lo que se dejó de hacer, fue decisivo. Esperamos que este 2016 las cosas cambien y desde el inicio se haga algo contra ese desastroso último lugar en comprensión de lectura.