En un hecho sin antecedentes ni precedentes los candidatos al Congreso por la región Loreto decidieron agarrar sus escobas, sus carretillas, sus bolsas de plástico y sus sacos de yute para limpiar la basura de las calles. Sucedió en aquel tiempo que esos personajes comprendieron que hacer campaña era una pérdida de tiempo y que mejor eran los hechos en beneficio de los electores. Así que se unieron en un gremio activo para acabar con los desperdicios de las urbes amazónicas. La generosa limpieza comenzó por la contaminada ciudad de Iquitos. Bajo el ameno concurso de varias orquestas típicas, brindando con heladas botellas de cerveza, los señores candidatos ejecutaron el barrido y la limpieza de tantas calles de la citada urbe.
En esa tarea estaban los candidatos con entusiasmo inusitado, cuando se tropezaron con los montones que los vecinos de cualquier parte acumulaban diariamente. Esos montones estaban distribuidos en el plano de Iquitos como lunares repentinos que ningún servicio recogedor de la basura podía limpiar. Eran acumulaciones levantadas en los lugares más impensados y podían estar a la intemperie durante varios días. Los vecinos de los lugares aledaños eran los encargados de alimentar esos montones. Los señores candidatos pensaron que se trataba de una bicoca, pero cuanto más limpiaban más aparecían esas islas. Las elecciones se acercaban y los candidatos no podían acabar con esa proliferación vertiginosa. No iban a abandonar la tarea y decidieron contratar los servicios de camiones privados para que les ayudaran en la labor.
El tiempo ha pasado desde entonces y ni los camiones privados han podido con esas acumulaciones. Los candidatos estaban tan absorbidos por ese esforzado trabajo que no participaron en las elecciones. Era una cuestión de vida o de muerte que acabaran con ese feo espectáculo urbano que renunciaron de hecho a votar por ellos mismos. No les importó los resultados y hasta ahora siguen empeñados en acabar con los montones de desperdicios.