Los campeones de mentira

LOS CAMPEONES DE MENTIRA.

El pelotero Juan Vargas juega bien, tiene coraje a la hora de meter la carrera y la pierna,  luce talento de dribleador endiablado, dispara de media distancia como un dinamitero y cobra su billete. Lo único que  malogra su carrera es su  preferencia por la falda y la farándula. La botella viene por su propio peso y no es una novedad que gusta de aparecer mamado en cualquier parte.  El escándalo de esta semana, desatado  por una tal Tilsa Lozano y sus penas de hembra abandonada, es más que un entripado mediático, una morbosa entretenimiento nacional.  Es la muestra del bajo nivel profesional de los futbolistas peruanos.

Estos, antimundialistas letales, no le ganan a nadie pero trasnochan, abusan de la carne y beben como mil vikingos. La frustración de no asistir a otra justa ecuménica pelotera nos ha vuelto ganadores de última categoría. En todos los órdenes de la vida peruana, hoy más  que nunca, no aceptamos el veredicto de la derrota. Y vivimos inventando victorias,  fingiendo triunfos. No hay, no puede haber,  incaico perdedor es la consigna, así se ubique  debajo de otros. Esa modalidad inmadura de compensación alcanzó su esplendor en el reciente certamen bolivariano. Todas a una, dirigentes, periodistas, políticos, deportistas celebran a lo grande. No parecen darse cuenta de que ocupamos el cuarto lugar, y de locales.

Para tantos el pelotero Vargas sigue siendo un vencedor, más si consideran que saca los pies del plato como los machos. No gana a nadie jugando,  pero mete goles a la hembra ilegitima. Y eso cuenta, eso vende. Pero, lamentablemente, los escándalos de catre o cantina nunca llevan a ninguna parte. Y el hecho neurótico de no aceptar los  hechos, las verdades, hacen que las cosas sigan igual. Es decir, mientras insistamos en ganar de mentira, nunca podremos iniciar la gesta de buscar las victorias auténticas.