La madrugada de ayer me levante a las 3 de la mañana con cinco minutos. Se estaba registrando un temblor de 3.5º grados de magnitud cuyo epicentro era a 150 Km. en el distrito de Maca en la provincia de Caylloma. Es natural que en las noches pasen estos movimientos sísmicos. Nos hemos acostumbrado a vivir con ellos, es como parte del día o de la semana. Nadie se sorprende, sólo que extrañamente tres horas antes se había registrado uno de 5º grados de magnitud y ese sí era en Arequipa, sólo que en ese no me desperté.

A veces los atribuimos al movimiento volcánico del Colca o a que despertaron los tres enormes y amenazantes titanes que de lava volcánica que rodea la ciudad. A veces sólo a las placas terrestres de la que formamos parte o también a los designios de dios. Para toda interpretación hay. Por ejemplo, mientras escuchaba algunas opiniones en la radio de la gente que reacciona ante el terremoto en México, algunos estaban convencidos que los castigos de dios se relacionan con esto movimientos sísmicos. “Es imposible que ante tanta lujuria y maltrato al planeta, dios se quede de brazos cruzados” decían algunos que sustentaban de manera muy metódica y resumida sobre como el de arriba se preparaba para algo similar en el Perú. El gran sismo está por llegar.

Todos lo sabemos, pero como que nadie está consciente que será devastador. Nos dicen algunos especialistas y sismólogos que nosotros, que estamos en medios de comunicación, no debemos alarmar con lo que posiblemente nos tocará luego de este silencio sísmico. Pero es inevitable advertir que cuando venga el de 8º grados a más, seré uno de los que primero salga corriendo y toda mi preparación telúrica de guardar calma y saber a guiar peor aún si me agarra locutando, se perderá en los primeros segundos que empiece a dar vueltas y ondularse la tierra. Me perderé sin horizonte como esas caricaturas dónde el débil sale corriendo ante la burla de todos.

Sólo espero que no sea de noche y menos cuando estemos durmiendo. He visto las imágenes desgarradoras de la, prácticamente transmisión en vivo de las consecuencias del terremoto en México que han dejado ya más de 200 muertos, y no quiero imaginarme que hubiera sido si ese desastre ocurre aquí y de noche. Tal vez disminuyan los niños fallecidos y desaparecidos por no estar en la escuela, pero el caos y la desesperación serán mayores y esas circunstancias agravan como poder afrontar la desgracia. Por lo pronto tengo claro que se cortarán los servicios de agua, luz y teléfono.

Que por lo menos será una semana, sino es más, poder recuperar el sistema de agua a cuenta gotas. Estos sistemas de distribución en cualquier ciudad del país no resisten un sismo de 8 grados o más. Si no lo hacen con problemas domésticos, menos será en una catástrofe. Lo peor está por venir y sólo sé que dentro de la desgracia sacaremos algo positivo. Y no creo que sea la solidaridad o esas causas sensibles que nos gusta publicar en las redes sociales, será la gran oportunidad de haber aprendido de nuestra desidia y volver a iniciar como sociedad aprendiendo del dolor que deja un desastre.

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