Lo más cerca a la felicidad

Que la felicidad total no existe, ya sabemos. Que el amor eterno existe hasta que se acaba, también lo sabemos. Que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, es una frase exacta para tantas inexactitudes. Que basta salir de las fronteras loretanas del país y más si es del extranjero para darnos cuenta que será muy difícil que salgamos del hoyo. Que la historia no se inventa sino que se repite en la capital loretana porque lo de hoy ya lo escribió Roger Casemet en su diario en 1910, ni más ni menos. Que un cónsul norteamericano que puso a su chalet el nombre de tacu tacu ya advertía sobre los desperdicios que los pobladores arrojaban en las calles y, si quieren algo más, muchas décadas antes que Mario Vargas Llosa escribiera “Pantaleón y las visitadoras”, en la capital llamada Lima, ya los hombres hablaban babosamente de las excentricidades de las mujeres nuestras y las damitas de bien costeñas temían que sus maridos llegaran a la selva porque perderían soga y cabra sin pensar que sus maridos pensaban lo mismo de ellas.

Que Cuba se cae, que los cubanos no aguantan a Fidel, que en el país caribeño se rinde culto a quien lideró la revolución, que la gente se muere de hambre en Santiago de Cuba, que en Cienfuegos está por empezar una revuelta en contra del sistema, que en Matanzas la población está lista a salir a las calles, que los cubanos  sólo esperan la orden para tomar las calles. Pula mielda, pula mielda, señores. Cuba está tranquila. Los cubanos están felices. Hay quienes se quejan, por supuesto. ¿O hay algún sistema de gobierno en el mundo donde los ciudadanos muestren uniformidad ante las bondades y carencias del mismo? ¿Hay algún gobernante en el hemisferio –norte o sur- que provoque el respaldo unánime de sus gobernados? ¿Nosotros mismos, peruanos/loretanos, no estamos divididos en torno al gobernante de turno? Así que tranquilos, tranquilos.

Todo esto viene a mi mente cuando observo a Percy Vílchez Vela en plena Habana vieja, la histórica, la que los libros señalan como el lugar donde unos barbudos no solo le sacaron la lengua al capitalismo que ya en la década del 50 del siglo pasado era salvaje sino que le metieron el dedo en el culo a los gringuitos que creían que el burdel era para siempre y de ellos. Todo esto me viene a la mente porque veo el rostro feliz del poeta que, para variar, lee un libro de 718 páginas escrito en el siglo pasado y que comienza con el pequeño detalle sobre la conciencia de los padres al momento de engendrar a los hijos y que no pasa únicamente por ese instante orgásmico donde comienza a formarse un ser humano. La literatura es eterna, no pierde vigencia, como la felicidad que uno cree encontrar en las calles apacibles, calladas y el café más aromático y romántico del mundo que uno puede saborear en las veredas de La Habana.

 

1 COMENTARIO

  1. Te felicito por este exquisito comentario sobre Cuba. A muchos anticastistras, pro-yanquis, capitalistas, anticomunistas les duele saber que la isla está tranquila, que ya muere, que ya muere Fidel. Cuba, nunca más burdel para el imperio.

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