El legado autoritario del franquismo se puede observar en el comportamiento cotidiano de los periodistas frente a poder. De genuflexión. De poca crítica según convenga, de un servilismo patético o de apostillas viscerales contra el adversario, más cuando este no es de la pandilla de mis ideas, a por él o ella, ¿es esto pluralidad? Vociferan lindando en el insulto y se piensa y razona que esto es discutir. Todos hablan a la vez, parece un gallinero más que un espacio donde se discuten las ideas. Hay poca ponderación. Dan bandazos dialécticos. De cerriles con mis amigos y a despotricar contra el diferente. Esta conducta gremial, a la larga, también influye en la calidad de la democracia. La democracia se hace todos los días no solo cuando se deposita el voto y esto se puede ver en el ejercicio del periodismo en esta parte del sur de Europa. Se vive lanzando lisonjas e iras a contrapunto. Es muy significativo que la televisión, me refiero a las tertulias políticas, estén secuestrados con periodistas bustos parlantes (ojo casi siempre son periodistas, hay muy pocos los de otras profesiones ¿se cuidan del intrusismo profesional?, ¿eso es el ejercicio de la libertad de expresión?). Se ponen a recitar la cartilla del día sin ningún pudor (la cartilla lo da el partido a fin al tertuliano o tertuliana). Y a comentar sobre cualquier tema sin ningún rubor. No importa si la noticia sea cierta o no, ellos y ellas comentan, y no rectifican para nada. Es envidiable el arco de los comentarios y comentaristas, deben tener una oceánica formación humanista por los temas abordados. Por ejemplo, tenemos como noticia del día el bolsón de Higgs y hala ellos a opinar de entresijos verdaderamente científicos. De la bolsa de valores y ellos ahí hincando el diente. Se puede pasar de ser redactor de fútbol a la política de un día para otro y sin rubor. Es realmente envidiable tanta sabiduría junta. Si los fusionáramos esas mentes seguramente que España sale del atolladero en el que está metido. Dios nos salve.
P.D. En este sentido, el comportamiento del diario “El País” en la dura negociación de Grecia con sus acreedores es de lamentar. Adoptan la pose de un acreedor sin emociones.