CURÁNDOSE EN SALUD
Javier Vásquez
Todos vamos a llegar a viejos. O, si lo decimos con más delicadeza, todos vamos a pertenecer a la tercera edad, aferrándonos a las estadísticas en que la esperanza de vida es cercana a los 78 años en el Perú.
Oficialmente uno pertenece a este grupo cuando cumple los 60 años, pero curiosamente muchas personas mayores de 70años, cuando se les realiza encuestas, no se sientes incluidos dentro de él.
Esta etapa de la vida tiene algunos efectos negativos, a saber: incapacidad física para muchas cosas, la impaciencia que se hace más notoria, la disminución de la visión y de la audición, la dificultad para la movilización, llegando a veces a depender de terceros para poder hacerlo, el menosprecio inclusive hasta de los miembros de la familia, el miedo a la muerte que se hace más marcado y constante al darnos cuenta que están falleciendo personas de nuestra edad, la soledad que muchas veces lleva a la depresión y que es la principal causa de muerte en los ancianos y se manifiesta por un infarto u otras formas.
Pero hay también cosas positivas: se tiene más tiempo libre para desarrollar actividades que hemos postergado muchas veces tales como leer, escuchar música, tocar algún instrumento, realizar caminatas, viajar, aprender manualidades u oficios, realizar acciones solidarias y muchas cosas más que se insertan a ese tiempo libre que se puede gozar. Lo importante es ocupar ese tiempo, hacer algo ya que el no hacerlo lleva a la depresión y el aislamiento.
Se deben hacer varias cosas para mejorar la calidad de vida de los ancianos: lo primero la educación de los menores de 60 años para entender y aceptar a las personas de la tercera edad. Luego de ello la educación de los mismos para lograr un mejor estilo de vida de acuerdo a sus limitaciones y potenciales lo que llevaría a una vida más saludable tanto en la parte física como psicológica lo que permitiría su reinserción o aceptación en grupo familiar o la sociedad que lo pudieran estar rechazando.
Ahora bien, no toda la responsabilidad está en ellos, los adultos, los jóvenes y los niños deben cuidar a los adultos mayores. Este cuidado es normalmente considerado un cuidado a largo plazo y su nivel se adapta de acuerdo a la necesidad. Algunas veces es un poco corto, sobre todo cuando es un proceso de rehabilitación y otras veces durará por el resto de vida del paciente. Y los cuidados generalmente no son nada gratos cuando están postrados: hay que cambiarles de pañales, movilizarlos constantemente para evitar las úlceras por presión, darles de comer en la boca, tener paciencia porque se hacen más intolerantes ya que quieren mantener su independencia, entendiendo que esto es un reflejo natural: si empezamos a depender de otros nos sentimos inútiles y el hecho de sentirnos limitados nos agria el carácter.
El entorno es importante. Toda la familia debe participar en la atención al adulto mayor, no solo es responsabilidad de los que viven con él. A veces, por comodidad, delegamos estas tareas a alguno de los hijos y el resto se desentiende, cuando lo que realmente necesita y solicita sin palabras el adulto mayor es un poco de atención. Si no vive con uno se puede ir a visitarle diariamente y entregarle toda nuestra atención y cariño, escucharle, así hable incoherencias, compartir su mundo. Ello ayuda enormemente a sentirse querido, de lo contrario lo estaríamos empujando a la depresión, madre de muchos finales.