ESCRIBE: Gregorio Samsa.
*¿Y si el niño resulta que es inocente?, ¿cómo la sociedad le devolverá el daño causado?
Cuando apareció la radio–difusión–tecnológica–eléctrica que reemplazó en gran parte a la imprenta de Gutemberg, Marshall Mc Luhan, teórico de los medios, escribió: «La tecnología eléctrica ya está dentro de nuestros muros, y estamos embotados, sordos, ciegos y mudos”.
Algo parecido sucede hoy con el medio digital. Somos programados de nuevo a través de este medio reciente sin que captemos por entero el cambio de paradigma, ahora cojeamos tras el medio digital (celular, computadora, tablet), que por debajo de la decisión consciente, cambia nuestra conducta, nuestra percepción, nuestra sensación, nuestro pensamiento, nuestra forma de vivir. Nos embriagamos hoy con el medio digital. Sin que podamos valorar por completo las consecuencias de esta embriaguez. Esta ceguera y la simultánea obnubilación constituyen la crisis actual.
Lo que pasa en ambos casos es que nuestra capacidad de análisis crítico está siendo anulada por la actitud irreflexiva típica del espectáculo. El que se somete a la vorágine de mensajes virtuales ya no mira hacia atrás, no revisa la noticia, el irrespeto nos ganó. El respeto presupone una mirada distanciada. Hoy esa actitud deja paso a una mirada sin distancias, una sociedad sin respeto, sin pathos de la distancia, conduce a la sociedad del escándalo.
El respeto constituye la pieza fundamental para lo público. Donde desaparece el respeto decae lo público. La decadencia y la falta de respeto se retroalimentan. Hoy en cambio, reina una total falta de distancia, en la que la intimidad es expuesta públicamente y lo privado se hace público, y ambos se mezclan, la comunicación digital fomenta la exposición pornográfica de la intimidad y de la esfera privada.
Si a esto sumamos los anónimos que abundan en las redes sociales, o las llamadas telefónicas en la radios sin ningún control, estamos ante la destrucción masiva del respeto. Ahí florece lo que Byung Chul Han en referencia llama la SHETSTORM, que mayormente nace y se refuerza con anónimos y que es usada para destruir o levantar honras con propósitos, por ejemplo, políticos, y así tenemos miles de noticias falsas –FAKE NEWS– o una descarga emocional, irreflexiva, con fotos y videos íntimos, que arrastran emocionalmente a miles de HOMO DIGITALIS que la consumen.
Vivimos como dijimos en tiempos de cambio de paradigmas, y debemos hacer el esfuerzo de no digerir fácilmente la noticia, el like de aprobación debe pasar por un estado de reflexión, de contraste de la noticia, de búsqueda de la verdad material, no todo lo que parece ser es, y mayormente, no lo es.
En días pasados en Iquitos sucedió un hecho triste desde la perspectiva de una sociedad culta, cuatro adolescentes estuvieron involucrados en un evento de exceso de alcohol y posible sexo, la madre de la menor agraviada hizo la denuncia, uno de los jóvenes adolescentes acudió voluntariamente con sus padres a la comisaría y se sometió a los exámenes de rigor del médico legista, exámenes que dieron resultado negativo de semen ni nada que acredite que tuvo sexo.
El fiscal en lugar de ser exhaustivo como manda la ley y los convenios internacionales, especialmente cuando son menores de edad, no envió al médico legista a los otros dos adolescentes que estuvieron en el lugar de los hechos, tal como todos los videos publicados lo demuestran, hecho que le valió al fiscal la acusación ante el órgano de control por negligencia que, seguro, terminará en la congeladora.
Lo cierto es que al único adolescente que colaboró al lado de sus padres con la justicia, la turba mediática lo empujó a la prisión. Y la sociedad del espectáculo, una vez más, satisfizo su morbo. Incluso criticaban los cuatro meses de prisión preventiva, confundiendo aquello con una sentencia.
Todos los elementos de una Shetstorm: noticia con imágenes fuertes, mínimo análisis crítico, cero reflexión, cero revisión, exposición casi pornográfica de la intimidad y de la esfera privada. Todo por un bendito like, o el famoso rating de sintonía en la radio y la televisión.
Nadie está libre de pasar o tener a su hijo envuelto en un caso de este tipo, para entender las cosas en forma más holística, hay que desarrollar nuestra empatía, y para eso es necesario que dispongamos de nuestro tiempo para hablar en familia, sin el celular, la radio o televisión cerca.
La empatía parece que se nos va, y vamos camino a confundirnos con los androides de Phillip K. Dick, que para detectarlos pasan por una prueba de su nivel de empatía.
Otro si digo. ¿Y si el niño resulta que es inocente?, ¿cómo la sociedad le devolverá el daño causado?
Referencias bibliográficas:
“El Enjambre” de Byung Chul Han
“¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” Phillip K. Dick