Las respuestas insensatas

En su diario el misionero Manuel Uriarte cuenta que los antiguos indios iquito eran navegantes diestros en desplazarse en plena creciente. En sus raudas y ligeras canoas no se hacían paltas y elegían atajos para cortar camino, superaban obstáculos impensados y nunca perdían la compostura. Eran seres de agua que se manejaban como peces en su elemento durante esos meses sin tierra. La inundación estaba incorporada a su calendario desde siempre, por así decir. El que parece que no sabe qué es una halagación amazónica, que no conoce que los ríos merman y crecen cada año, que ignora el efecto de las alzadas aguas sobre determinados pobladores orilleros, es el burgomaestre de Punchana.

El señor Juan Cardama semeja un habitante de otra latitud. Marte, por ejemplo. La aludida ignorancia se desprende de la grosera manera cómo se portó con  moradores que le solicitaron ayuda para enfrentar la presente inundación. Asombra leer que una autoridad elegida por el voto, instalado en un alto cargo ciudadano y vecinal, tenga palabras tan insensatas para responder a requerimientos de parte de pobladores. Requerimientos desesperados, de gente que no tiene otra salida. De los más pobres, desde luego. De los no incluidos, por supuesto.

El señor Juan Cardama, respetable autoridad edil que parece desconocer que los ríos selváticos no solo bajan día a día, noche a noche, se incomodó, se muñequeó y se portó como un jefecillo malcriado, intolerante, despectivo, llegando  a decir que mejor no le hubieran elegido. O algo así. Los ceros en su gestión, es  decir, la falta de inversión en sectores cruciales, abundan en el 2011.  Por eso, justamente. Por una extraña  insensibilidad ante los necesitados. Así las cosas, eso del hambre cero, bandera gastronómica de su campaña, era una simple frase. Ojalá que no responda con insensateces cuando sus votantes le reclamen en su momento  sobre esa promesa.

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