LAS LABORES DE ATLAS

El robot Atlas aparece en el mundo de hoy como una promesa. Diseñado inicialmente por la compañía Boston Dynamics, es bastante alto de estatura, como que mide casi 2 metros, pesa como la corrupción, pues alcanza los 180 kilos y tiene en la cabeza dispositivos sorprendentes que hasta pueden hacerle pensar como un pez. En el agua. No es un invento moderno para, mecánicamente, barrer la casa de cabeza a cola, lavar la ropa sin protestar, atender en bares o restaurantes u otros servicios anodinos. Es un proyecto que se batirá como los buenos durante los desastres naturales. La robótica podría entonces ayudar a evitar tantas víctimas en esta tierra insegura, convulsa y frecuentemente afectada por desgracias.

Nadie sabe todavía el costo real de ese Atlas de nuevo cuño, pero no será vendido ni a crédito ni fiado, modalidades aptas para el brutal cabezazo. Y debemos adquirir  semejante ser cibernético. Adquirir ya, ahora mismo, de inmediato, con el dinero que todos los años no se gasta y que se devuelve al erario nacional. O con los aportes de los adinerados en las campañas políticas. O con el porcentaje de las tantas obras que se chuman los de las garras largas. La mitad de esas fortunas servirá para tener hasta una gama de efectivos Atlas contra los desastres naturales que desde ya nos agobian. En estos pastizales las cosas son al revés. Lo cual significa que no vamos a esperar un sismo, una creciente, la erupción de algún volcán escondido, para soltar a ese Atlas computarizado.

El robot Atlas tendría que ser lanzado de inmediato  contra  nuestros peculiares desastres naturales. Contra la basura acumulada de todos los días, los minutos, los segundos. También  dicho robot la emprenderá contra las víctimas  de las pistas horrendas, con o sin chinos. De igual modo el incansable robot actuará de inmediato para acabar con el ruido infame de todas las eternidades.  Otros males serán erradicados sobre el pucho por ese ser entrañable. Se espera que dicho invento impresionante no deje de funcionar debido al robo de alguna pieza, a la venta escondida a cualquier particular o a alguna otra trampa.