200 Cerbatanas.

Escribe Héctor Tintaya Feria

Hace unos días estuve recorriendo los países de Bolivia y Argentina. Más allá de lo asombroso en desarrollo que se muestra que ciudades como Santa Cruz o Tarija en la selva y el Chaco boliviano cuenten masivamente con gas domiciliario a un precio promedio de 9 soles mensuales en el recibo o que ciudades como Salta Y Jujuy en Argentina en gran proporción también cuenten con gas instalado a domicilio a pesar que este país no cuenta con reservas, me conmovió mucho la contradicción con nuestro país en varios sentidos.

Hay cosas buenas y malas por supuesto en cada uno de estos países. Pero en el país altiplánico no hay duda que Evo Morales se quedará hasta el 2025. Los mismos departamentos que antes le daban la contra (la media luna geográfica y la selva) están más convencidos que no hay otra opción y han terminado apoyando la actitud reeleccionista del ex dirigente cocalero. Con una economía en crecimiento, con estabilidad monetaria y donde el mercado hace lo propio y el estado también, la población no tienen ni la menor idea de cambiar de opción.

Un caso singular es el de Argentina. Ahora que el gobierno y modelo cambia y la economía se transparenta hay seguramente un fuerte shock que perjudicará a muchos y beneficiará a otros. No hay sistema paralelo de cambio y hay una falsa economía en varios sentidos con esto de los precios establecidos desde un escritorio para una serie de servicios lo que hace que no exista competencia y por ende estos servicios no mejoren. Transporte, telecomunicaciones son sectores donde se ve la mano del estado que los ha empeorado.

El sol en comparación con estas dos monedas está fortalecido y, aunque los montos en el consumo son equiparados frente al peso argentino, la imposición de precios por el estado hace creer que su moneda tiene un valor que con libre mercado no lo tendría, de ahí que la paulatina apertura de esta economía pondrá las cosas claras y porsupuesto, esto traerá sus consecuencias cómo ya se muestran en las noticias de ese país. Sin embargo es el combustible y su diferencia de precios en relación al Perú es que uno no puede entender cómo los administradores de nuestro país se disparan a los pies y deslegitiman el modelo económico que tanto defienden y alaban.

Petroperú hace caja con las sobre ganancias a costa del bolsillo del peruano. Esto a sus funcionarios les parece un modelo administrativo exitoso de recaudar fondos para modernizar la refinería de La Pampilla, claro, con dinero de la gente directamente a sus arcas cualquiera se autoproclama buen administrador y por otra parte los transportistas y comercializadores del combustible llámese las grandes corporaciones de grifos que en el Perú manejan la distribución tampoco quieren reducir sus índices de ganancias y ahora que el petróleo ha bajado a menos de 30 dólares por barril creen que deben seguir ganando a expensas de un precio irracional del combustible que coloca al Perú cómo el país donde se cobra más por la gasolina que en todo el continente.

Ese modelo que tanto abrazan y que con visión social puede ser sostenible, se deslegitima con estas actitudes mercantilistas del propio estado. Bolivia y Argentina no podrán ser un modelo a imitar en todo pero al menos no le cobran a su población precios inflados por algo que no corresponde, más aún en un insumo que repercute en todo el sistema productivo del país, por eso los Humala, Garcías, Acuñas, Fujimoris y demás, siempre serán vistos como operadores netos y no como impulsadores de verdaderos gobiernos autónomos.

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