CURÁNDOSE EN SALUD

Javier  Vásquez

Vamos a enfocar estas fiestas que se avecinan de una manera un poco inusual: en cómo podrían afectar, algunos excesos que se puedan cometer, en bebidas y comidas, nuestra salud.

Lo primero y más frecuente: el exceso en las comidas que lleva a una mala digestión. Hay que ser moderados en ellas, se puede probar de todo, pero no como si fuera el último plato que quedara en la tierra. Hay que detenerse antes de sentirse lleno, evitar el exceso de grasa, azúcar, café, chocolate, bebidas gaseosas y, a pesar de no ser alimentos, el tabaco y el alcohol.

Se debe comer con tranquilidad, masticando pausadamente, de preferencia no acostarse inmediatamente después de comer para hacer una buena digestión y, si es cena, esta debe ser ligera para poder dormir tranquilamente.

La mala digestión crónica, si estamos habituados a ella por realizarla constantemente al tener comidas copiosas, masticar muy ligeramente, etcétera, puede llevar a estreñimiento, acidez, reflujo gastroesofágico, presencia de gases, entre otras molestias.

Si queremos ser más específicos, debemos evitar los alimentos que causan directamente la acidez, a saber: chocolate, pescados y carnes grasos, picante, menta, cebolla cruda, bebidas con cafeína (entre ellas todas las gaseosas), alcohol y vinagre.

El bicarbonato evita el exceso de jugos gástricos. El  jengibre, el cual se toma una cucharada en una taza de agua caliente que se deja reposar y luego se la bebe, también ayuda a una buena digestión. También es muy importante relajarse y evitar las tensiones nerviosas ya que ellas condicionan una mala digestión. Ante los primeros síntomas de esta se debe iniciar una dieta blanda, antes de los postres comer papaya o piña que favorecen la digestión de las proteínas. El plátano y las uvas, que acá no hay o son caras, tienen una función de antiácidos naturales.  Las infusiones de manzanilla o tilo ayudan a que disminuyan los gases.

Sobre el alcohol se ha escrito mucho, pero se pueden precisar algunas cosas: la sensibilidad al alcohol depende de factores genéticos, sexo (la mujer tiende a metabolizarlo peor), la edad y la costumbre de beber de cada persona.

El exceso de la ingesta de alcohol lleva a que aumenten los triglicéridos, ácido úrico, produce gastritis, reflujo gastroesofágico y alteraciones del sueño.

Por todo ello se recomienda beber con moderación y alternar con bebidas no alcohólicas, ingerir bebidas con baja graduación como cerveza o vino, no mezclar distintas bebidas alcohólicas, evitar beber con el estómago vacío y tener en cuenta que el alcohol los vinos espumosos se absorbe mejor por su componente carbónico.

La temida resaca se produce básicamente por la deshidratación que lleva el exceso de alcohol y para mitigar ello se debe iniciar, al día siguiente, una dieta que se basa principalmente en caldo de verduras, legumbre, cereales, frutos secos y leche. También es importante la ingesta constante de agua o de zumos de naranja, limón, tomate (un buen cítrico) o mandarina. Pero lo más recomendable es no llegar a este estado.

Se puede escribir mucho sobre este tema, pero lo más importante de la navidad es compartir en familia, estar todos juntos. La cena es lo secundario, debe estar de acuerdo a nuestras posibilidades. Si no hay pavo, existe pollo, gallina o chancho. Si no hay vino espumante pues se brinda con cualquier licor. No hay que sentirse mal si no se tiene para regalos u una cena ostentosa. No hay que perder el espíritu de la navidad que va más allá de lo material: es la comunión de la familia, la renovación de ese amor sin par.