Las escobas compradas a alto precio por la municipalidad de Punchana no son comunes ni corrientes. Pertenecen a la última generación de escobas que se distinguen de las demás, de las otras, por varios cuerpos de ventaja. En primer lugar, esas escobas caras barren solas. En efecto, no necesitan de nadie, ni de barredores, de limpiadores, de miembros de la baja policía. Porque, gracias a un dispositivo computarizado, apenas amanece comienzan a barrer en círculos, limpiando todo la superficie que encuentran. De esa manera, pronto el distrito quedará limpio de polvo y de paja.
Para que ello ocurra sería conveniente que el alcalde anule el contrato que tiene con la empresa del ingeniero Brunner y, personalmente, dirija la limpieza automática que hacen las escobas. Ello le caería como anillo pues es sabido que don Euler Hernández gusta de tapar huecos, cultivar en mingas populares, servir aguaditos a damnificados de crecientes. Para que esa jornada sea eficaz y alcance a todo el territorio de Punchana, el burgomaestre tendría que comprar más escobas. No importa el gasto o el dinero invertido, pues las dichas escobas valen su precio en oro como venimos demostrando con pruebas irrefutables.
En nuestra afiebrada imaginación ya varias veces hemos visto a don Euler Hernández madrugando para comandar el ejército de caras escobas que febrilmente barren solas todo el distrito punchanino. El alcalde estará entre las escobas automáticas sólo como un cumplido o un apoyo. No necesitará hacer nada, salvo acicalarse para tomarse una fotos para la mermelada en los diarios y revistas. Así se callara de un solo golpe a todos aquellos opositores que rajan del excesivo costo de esas escobas, desconociendo el hecho de que no son escobas de tres por cuatro sino escobas de otro lote. Motivo por el cual deben de ser compradas por los otros distritos y provincias de la vasta Amazonía.