Las deudas y Movistar

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La SUNAT es implacable e inhumana en todos los sentidos. Me ha cobrado al segundo de haberse cumplido el plazo para pagar mis impuestos, una multa que es significativa. Lo peor es que por cada día que pasa me costará una proporción de la “deuda”, y si la amortizo como buen pagador que soy, igual no te perdona, porque ese interés será en función del monto que aún sigo debiendo, “como un favor” que te hacen supuestamente cuando en realidad es todo lo contrario.

Y la culpa en realidad no es totalmente mía. Es ese anticuado sistema de no estar aún interconectado entre el banco que debería tener tus impuestos y trasladarlos a la “bendita” SUNAT. Ahora. Caballeros. Tendré que acudir a la contadora para que intente solucionar algo que no tiene remedio. Me lo confirma con una reverenda noticia. “La SUNAT se ha vuelto más  dura, ahora está siendo más estricta y si hacemos reconsideraciones (que no es otra cosa que jugadas contables para intentar solucionar algo), entonces sí tendremos problemas, pues nos auditará y buscará hasta lo que hemos comido ayer”, me dice.

Eso de haber comido ayer me reconforta, pues se darán la molestia estos buitres, de auditar un rico anticucho de dos carnes con una caparina adornadas con papas huairo y dos colas escocesas que no sumaron ni diez soles, pero igual, estos malditos encontrarán, si en realidad existieron estos platos, mediante el eructo que tendremos que exponerles en sus rostros adustos y feos que deben poner cuando van a cerrar locales o auditar a gente que intenta trabajar y ganarse algo.

¿Y los 2,300 millones que Telefónica le debe al Estado Peruano tendrán el mismo tratamiento? Digo. Porque renovarle la licencia por casi 19 años más implica – como suponemos todos los que estamos agarrados del cogote por la SUNAT – que la empresa debería estar al día con sus deudas. Esto al parecer, como además lo ha dicho el ministro de Transportes, es harina de otro costal, cuerda separada del contrato que no tiene nada que ver con los supuestos “beneficios” que tendremos con la empresa española por casi 19 años larrrrrgos años.

Si el Estado se haría respetar, entonces el mercado se hubiera abierto con transparencia a nivel internacional. En los 20 años la operadora española usufructuó las frecuencias, materia de discusión, convirtiéndose en el líder del mercado con cerca del 63% de participación, siendo su principal fuente de ingresos el tráfico de llamadas salientes, cerca del 60% del total; el resto de rubros, como el cargo por terminación de llamadas (lo que se cobra por el ingreso de las llamadas de otros operadores a los abonados de Movistar), la transmisión de data, la venta de equipos y otros, representan el 40% restante de ingresos brutos.

Todos, al menos una gran mayoría, pensó hace 20 años que el contrato de concesión que se dio en tiempos aciagos del fujimorismo que, a manera del Rey Midas anverso, todo lo que tocaba lo convertía en corrupción, iba a terminar en este periodo. Esto no ha sido así. Esto se entendió cuando en la cumbre de Paraguay el propio Rey de España intentó abogar por su empresa “bandera” y un Ollanta Humala con pantalones mandó a decirle textualmente  que “primero pague su deuda” para hablar de renovación, ahora resulta que, lo que presumían los malos agoreros se cumplirá: nos engancharon casi 19 larrrrrrgoss años más.

La SUNAT no tiene el peso aún que muestra cuando los pequeños deben. Se demostró con Panamericana hace años y ahora con Telefónica, por eso la “criollada” o mejor dicho la “pendejada” para evadir impuestos, ser informal y lo que se llama en economía la base tributaria no se ampliará, por más que esta economía repunte.

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