[ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel].

Una tarde cualquiera a usted se le ocurre terminar una transacción comercial y decide ir a una entidad financiera a retirar 40 mil soles para cumplir con el compromiso. Como nadie más que usted sabe del negocio, acude sin problemas a la ventanilla de la empresa financiera y retira el dinero, pues muy temprano en la mañana del día siguiente tendrá que entregar el efectivo.

Al retirar el dinero nota algo sospecho a su alrededor y así lo hace saber a la señorita que lo atiende, quien no disimula muy bien su nerviosismo y usted se percata que por lo menos dos personas que observaban fijamente sus movimientos agachan la cabeza y salen de la entidad. Aún un tanto preocupado por la actitud de la que le atiende en la ventanilla y los que salieron, toma la movilidad y llega a su casa y coloca en un cajón el dinero.

Un par de horas después, seis sujetos llegan a su domicilio. Uno de ellos ingresa al cuarto y con pistola en mano le pide violentamente que le entregue los 40 mil soles. Usted no lo hace. El extraño le dispara tres balazos que le provocan la muerte instantánea. Una de las balas, al salir de su cuerpo hiere a un pariente que estaba con usted en la habitación. En su huida el asesino lleva algunas joyas. Su esposa al notar el alboroto pide auxilio y se lanza desde el segundo piso de la casa y logra ver a quien le mató y a uno de los cómplices. Llaman a la Policía y en un rápido operativo se logra detener a dos sospechosos que, además, tienen joyas de su propiedad y el celular de la viuda. El caso pasa al Ministerio Publico, cuyo representante no tramita la orden de detención contra los sospechosos porque afirma públicamente que la impresora de su oficina no funciona, está malograda.

La viuda, junto con familiares y amigos, realizan una movilización para exigir justicia. El representante del Ministerio Público señala que ya basta de delincuentes, que las autoridades deben unirse para combatir a los asesinos. Se afirma que se aplicará el peso de la ley a los asesinos.

Sus familiares ya van a asistir a la misa de honras al cumplirse los ocho días de su muerte. Los que fueron detenidos ya no lo están y a pesar que se dictó orden de captura para ellos pocos saben del paradero.

No es, este relato, un guion de una serie policial. No. Sucedió en Iquitos, hace una semana. La vida no vale nada, escucho en una canción. Y es verdad, la vida no vale nada.

 

1 COMENTARIO

  1. lo primero q debemos hacer es aniquilar a esos animales q se hacen llamar fiscales porque de leyes no saben nada…ni que decir de Gallo; dan verguenza estas autoridades. Lo único que queda es tomar la justicia con nuestras propias manos; a ver ahí quiero ver a estos fiscalitos hacer su trabajo….les mando a la mierda a estos ignorantes de la ley.

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