El señor César Acuña, ese ser de otra raza, de un linaje distinto, comanda en estos días una encarnizada e inusitada lucha para reivindicar al gremio de mandatarios regionales. El abuso contra ese líderes de tierra adentro, del país interior, se presentó cuando el gobierno central decidido cambiar la palabra presidente por la de gobernador. Nadie de ellos se sintió cómodo o contento dentro de esa denominación y el señor Acuña se mueve como pez en el agua tratando de impedir que les siga llamando gobernadores como si fueran personas coloniales o pizarrinas. Nadie sabe debido a qué  argumento o motivo a alguien se le ocurrió arrebatarles la sonora palabra presidente que es más contundente y más valiosa para designarles.

La protesta de los mandatarios regionales comenzó con un memorial rotundo dirigido al mandatario Ollanta Humala, donde le pedían que les restituya la palabra presidente en vez de esa palabra que recordaba a los corregidores en que en su tiempo cumplían feas funciones de poder. Luego dirigieron sendas cartas a las entidades encargadas de velar por los derechos humanos, incluyendo la Corte de Costa Rica. Después presentaron una acción de amparo ante el siempre decaído poder judicial para que interpusiera sus buenos oficios y les defendiera del abuso del que eran víctimas.   Al no recibir ninguna respuesta de parte de esas  instituciones convocadas, los mandatarios regionales, guiados por su líder de otra raza,  procedieron a tomar medidas violentas que se tradujeron en marchas de protesta, mítines callejeros, toma de locales, enterramientos públicos, secuestro de autoridades y otras formas de lucha.

El gobierno, por su parte, como que provoca a los pobres mandatarios regionales, pues no les recibe desde hace tiempo, cuando les cita para algún día  no acude a la reunión. Ello es una actitud sumamente peligrosa ya que el señor Acuña ha declarado hace poco que radicalizará sus medidas de fuerza.