En una de las más apartadas cochas fronterizas de la Amazonía pasa hoy sus días el señor Euler Hernández. Provisto de anzuelos de todo tipo, de tarrafas de diferentes tamaños, de redes para toda presa, se dedica a la pesca intensiva. Ha renunciado a la alcaldía de Punchana debido a que el 19 de mayo del 2015 metió la pata al comprar 5 mil pescados para regalar a la gente. El éxito de la medida fue tal que esa misma noche muchas personas arribaron hasta su domicilio a pedir más pescados. En los días siguientes la autoridad edil no dejó de sentir la presión de las gentes que querían contar con su ejemplar ictiológico como regalo, como presente.

 

El señor Hernández pensó pasar de largo comprando otros 5 mil pescados que personalmente donó en la Plaza Grau. Luego quiso retirarse de los regalos,  aduciendo que en la municipalidad no había dinero para comprar más sábalos y palometas. Fue entonces cuando contingentes de ciudadanos de ambos sexos le hicieron marchas, manifestaciones, tomas de locales, exigiéndole que continuara con sus donaciones. El acoso se volvió insoportable cuando en su mismo despacho el alcalde tenía que soportar a personas que solo querían pescados. Lo más extraño fue que los mismos pescadores insistían en que les regalara algún ejemplar que le había sobrado.

 

Para calmar a tanta gente don Euler Hernández gastó  todo el presupuesto edil en comprar varios tipos de pescado. El esperaba que  esa inversión calmara la cosa.  Pero ni así pudo satisfacer la demanda que se incrementó con la presencia de moradores de los distritos de Belén y San Juan. Ante la insistente avalancha,  el burgomaestre tuvo que renunciar a la alcaldía y marcharse a la frontera a dedicarse a la pesca con la esperanza de salir de la ruina económica en que se encontraba.