ESCRIBE: Percy Vílchez Vela
En el mes de marzo de este 2023 los estudiantes regresaron al vergel escolar. Todo era aparentemente normal entre cartapacios, cuadernos, lápices, bolígrafos. Pero la procesión iba por dentro. Sobre las escuelas y colegios regionales pesa el ingrato primer lugar en embarazo adolescente. Nada menos. Y no conocemos ninguna medida, seria y concreta, para evitar los partos prematuros, los alumbramientos indeseados. Al parecer, es mejor no hacer nada contra ese suicidio del futuro de por los menos una generación.
El uso de la sexualidad temprana puede ser tan antigua como el mundo. En “El Satiricón” de Petronio el lector puede encontrar una escena de uso carnal de una menor de edad. Eran los tiempos de la decadencia romana y la moral andaba por los suelos. La maternidad adolescente es más reciente. Y afecta a toda la tierra. La zona más afectada por esa inmadurez clamorosa es África Subsahariana donde por razones culturales o de costumbres ancestrales la mujer tiende a casarse a temprana edad. Asombrosamente los países desarrollados como Estados Unidos y el Reino Unido muestras tasas altas de ese parto prematuro sobre todo en sus zonas más pobres. En Latinoamérica México es el país más afectado por el embarazo adolescente y la zona de Quintana Roo ocupa el primer lugar.
En esta tierra del Señor cada año nacen unos 13 millones de personas como consecuencia del embarazo adolescente, de acuerdo a las cifras de la organización Shave the Children. Desde hace 10 largos años, como ya dijimos, en el Perú la región Loreto ocupa el primer lugar en ese rubro de degradación de la maternidad. Lo más grave de todo ello es que esos partos son un atentado contra la cultura ancestral donde la mujer ocupaba un lugar importante, un sitio esencial como dadora de vida. La perpetua maternidad de todas las cosas es así dejada de lado. O pervertida por esos alumbramientos indeseables.
En los colegios de la región habitualmente existe el rubro de Persona y Familia y además el de Ciencia, Tecnología y Ambiente que debieron solucionar ese problema porque se ocupan del organismo humano, de la sexualidad, la reproducción y otros rubros. Pero no lo hicieron. Es que son insuficientes. Porque el embarazo adolescente casi nada tiene que ver con el funcionamiento del cuerpo, con la estación del amor o con la urgencia de ardores naturales. Es la evidencia de una sociedad monstruosa. Porque sucede en las zonas de mayor pobreza, porque las madres de esa índole salen de hogares mal constituidos donde la violencia y otros vejámenes están a la orden del día. Porque el machismo todavía victimiza a la mujer.
El embarazo adolescente no es un mal incurable. Europa es el continente que más ha tenido éxito en acabar con esa peste. La estrategia que emplearon podría sintetizarse en 3 hechos. Primero, una verdadera educación sexual que incluía a las mismas familias. Segundo, el uso de los métodos anticonceptivos y de prevención y no solo el condón de la burla de cierto alcalde que alguna vez tuvimos los amazónicos. Y tercero, una campaña social de desprestigio al embarazo adolescente. ¿No se puede imitar esa estrategia en estos bosques donde todo tiene madre?