En una espectacular y cinematográfica acción,  miembros del pueblo urarina de Nuevo Porvenir, comandados por el líder Gregorio Ahuite, tomaron súbitamente las instalaciones de Petroperú. En un principio se pensó que se trataba de un desborde alucinante, una asonada indígena,  para obligar a dicha empresa a sacar el petróleo del afamado lote 192. Eso era lo correcto pensaron los que tenían la sartén por el mango de la protesta de estos días. Pero a la hora de la verdad se supo que los invasores andaban en el bando contrario, y rechazaban de plano y de cuajo el ingreso de dicha entidad a explotar el oro negro en cualquier parte de la frondosa selva peruana. Ellos, los urarinas,  tenían  una pésima imagen de Petroperú, pues cuando explotó el lote 8 hizo lo que le vino en gana y no respetó nada, contaminando tierras y vidas.

Atrincherados en las instalaciones de la avenida La Marina, los aguerridos nativos emitieron raudos volantes donde, con lujo de detalles, con nombres y apellidos, narraban hechos funestos de aquella época que se negaba a pasar. Apelando a sus costumbres guerreras de antes, a sus conocimientos secretos, impidieron que los uniformados les desalojaran. En el local de dicha empresa se quedaron hasta el día de hoy. Y nadie sabe qué hacer  pues ya se acerca el fin de este año del 2015 y los bravos urarinas no se retiran de las instalaciones de la citada empresa.

La situación en la región es complicada, pues Petroperú,  que oficialmente ha sido designado por el Congreso para explotar el lote 192,  tiene las manos atadas a la toma de su local central. Lo peor es que se presume que los urarinas han cavado subterráneos que les llevan directamente hacia aldeas y poblados que tienen que ver con el lote en cuestión. Se presume que dentro de poco iniciarán una ofensiva para sacar a todos los extraños de ese territorio.