[Noticias de mi calle].
En la esquina de la Cahuide con pasaje Soldado Luna atiende el bar bodega Heylin. Está en línea diagonal de la casa comprada por mi madre, Caridad de Jesús Vela Carranza. Nadie sospecharía que allí atiende un remoto descendiente del gran Inca Pachacutec o el forjador del tenebroso imperio de los Incas. En el libro escrito por Justo Apu Sarahuara Inca, titulado “Recuerdos de la monarquía peruana”, se puede leer al detalle sobre tan extensa familia que se supone fundó el imperio andino. De ese linaje desciende don Tomás Sarahuara Tizón.
Es dueño del bar y bodega citado y trabaja de sol a sombra en un medio donde el trabajo es una blasfemia, salvo casos contados con la mano de un manco. Él no cuenta sobre sus orígenes remotos en los helados andes, ni su hijo, ni su nuera, ni su nieto ni nadie de su familia refiere tan distinguida sangre peruana. Pero es como un sabio patriarca que ha abierto otros negocios como el ya legendario trabaja y no envidies que rima muy bien con su nombre de hombre forjado en el metal de la cordillera.
El que quiere leer sobre tan legendaria historia puede ojear siquiera el libro arriba citado que se encuentra en la biblioteca de la Alejandría del trópico que pertenece al señor Mindlin, un descendiente de los hombres que campeonaron cinco veces, menos en su propia casa, algo que le importa un caracol a don Tomás porque él ve fútbol cuando puede debido a su encarnizado trabajo.