El gran Fernando Meléndez  entró en el largo proceso de su revocatoria. Así lo dio a conocer un alto funcionario de la oficina electoral. El dijo en un programa televisivo local que se comenzaron a vender los kids para sacar a la mala a  toda la mugre. Es una pena que ello ocurra, pues estamos en la entrada misma de la segunda vuelta y tantos esperan, con ansias locas, que gane el señor PPK. Pero el final de ese entripado se sabrá en su momento y lo que ahora mejor puede hacerse es no confiar en las cifras, las encuestas y las mismas denuncias. Después de la segunda vuelta el señor aludido tendrá que gobernar enfrentando, día y noche, a sus revocadores. Es decir, tendrá hasta comer su cebichito mirando el rostro de sus enemigos declarados.

El justo líder pequeño que es Fernando Meléndez no puede ahora escapar de su destino manifiesto. Tiene que enfrentarse a sus contrincantes con todas sus armas posibles. No puede echarse a llorar su desventura, ni culpar a otros, ni aplaudir a Ollanta Humala, esperando ayuda del balcón. En otras palabras, está solo como un hongo debajo de la lluvia y tiene que jugar sus propias barajas. Lo cual quiere decir en buen castellano que debe comenzar a conducirse como un verdadero estadista y no como una llorana de viernes santo. Debe comenzar a gobernar, pagando primero a las personas que debe desde hace tiempo. Debe dejar de paga sueldos elevados  a todos esos desgraciados que se aprovechan de su pequeño y transitorio poder.

La revocatoria de un pequeño líder no es nada nuevo entre nosotros. Recordemos lo que pasó con Temístocles Molina Derteano, el enano que rendía pleitesía al tirano conocido como Augusto Bernardino Leguía. Recordemos a los que debieron ser revocados en el término de la distancia, pero que por una u otra razón siguieron en el poder. De manera que los electores, los sufridos electores, debemos estar alertas para firmar el padrón que seguramente en cualquier momento arribara al barrio, la casa  de cada uno.