CURANDOSE EN SALUD

Javier Vásquez

La palabra masturbar proviene, según muchos, del latín masturbara, que significa “turbar con la mano” y según otros de manu estuprare, que quiere decir “violar con la mano”. Con menos frecuencia se emplea la palabra onanismo para referirse a ella, pero esto relacionado directamente al coitus interruptus que practicó Omán, por ello sería interesante una lectura del  pasaje bíblico referido en Génesis 38,9.

La masturbación es realmente la estimulación de los órganos sexuales, casi siempre provocada por uno mismo, con el objeto de tener placer sexual, pudiendo  o no llegar al orgasmo, dándose esto tanto en hombres como en mujeres, no siendo exclusivo del ser humano, presentándose con frecuencia en muchos mamíferos tales como la ardilla terrestre de El Cabo, en Sudáfrica, que se masturba después de copular con las hembras, para reducir el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual. Los delfines, según muchas observaciones, también se masturban desde la infancia.

Hay algunos mitos en referencia a la masturbación que es preciso aclarar: muchos creen que los hombres se masturban con mayor frecuencia que las mujeres pero últimos estudios han demostrado que no es así. También se ha comprobado que el inicio de la masturbación, referente a la edad,  es igual en ambos sexos. Una cosa que parece paradójico es que los que los hombres que tienen más relaciones sexuales son los que se masturban más y otra que generalmente el orgasmo obtenido de esta manera es más intenso que el obtenido con una pareja.

Algunos creen que da algunos beneficios explicando que la liberación hormonal que sucede a la eyaculación, unida a la liberación de tensión, mejora el estado de ánimo y favorece la relajación. Ayuda a mejorar la anorgasmia y la pérdida de deseo sexual. Reduce las infecciones y enfermedades del tracto urinario al no entrar en contacto con los genitales de la pareja.

Hay que remarcar que la masturbación no hace que crezcan pelos en las manos ni en otras partes del cuerpo, no causa ceguera. No hace que se achiquen o se agranden los órganos sexuales ni cambien de color, no provoca crecimiento deficiente, no produce acné, no causa infertilidad en los hombres, no es adictiva, no causa lesiones o daños, no produce enfermedades mentales ni conduce a la homosexualidad. Todo ello nos trasmitían desde pequeños, para que a través del miedo dejáramos de lado la idea de iniciar o continuar esta práctica abominable.

Por esta razón a  muchas personas la masturbación les genera vergüenza o culpa. Los jóvenes que reciben mensajes negativos contínuos acerca de esta práctica trasladan sentimientos de vergüenza a la adultez.

Tampoco queremos hacer una apología de la masturbación. Es un descubrimiento personal que se presenta desde la niñez, según Freud. Es una elección hacerlo o no desde la adolescencia, que se refuerza en la adultez, después de, generalmente, haber pasado por ella. Muchas personas se sienten bien sin realizarla o haciéndola eventualmente y esto es válido y  totalmente respetable. En el colegio es sinónimo de hombría y hay competencias para ver quien eyacula lo más lejos posible. Mientras sea una práctica que no afecte a uno mismo ni a otras personas es también válido y probablemente se mantenga durante la tercera edad.

Una manera que los jóvenes tengan ideas reales respecto a ella es que los padres hablen con sus hijos desde que estos son pequeños. Hablemos sin tapujos, trasmitámosle nuestras ideas y principios con respecto a ella. No mintamos, ni exageremos nuestro miedo. Y si no sabemos cómo abordar esa conversación, pidamos orientación. Está en nosotros colaborar para entregar gente al mundo personas con buena información para que tomen su mejor decisión.