La indigna deuda del viajero
El obsesivo Simón Bolívar decía que la deuda estaba condenada a encadenarnos por los siglos de los siglos. Es posible que los que deben y no pagan acudan a esa frase como un escape, una antesala del socorrido perro muerto. Como sucede por ejemplo con el burgomaestre de Maynas que tiene una arruga que no puede olvidar ni en sus viajes más prolongados. Sucede que las víctimas de esa deuda no son curtidos y hábiles proveedores, pacientes y aprovechados asesores o funcionarios despedidos de un momento a otro. Son adolescentes de uno y otro sexo, integrantes de grupos folclóricos de esta ciudad, que ganaron el concurso de danza convocado para la parranda de San Juan. Es decir, hace cuatro meses.
Desde el mes de junio hasta la fecha, la dilatación de la promesa, la eterna postergación, la manipulación de la esperanza, modalidades habituales del quemón nacional y regional, se pusieron en marcha, luego de la lectura de los resultados oficiales. El funcionario que tiene que ver con el pago lanzó la terrible y temible frase: “no hay plata”, y desde entonces se repite así mismo, hace trizas su propia palabra, marca en el calendario otra fecha como si fuera dueño del tiempo y dice que no digan nada a la prensa porque al final les convidará un suculento almuerzo.
El almuerzo prometido parece un chantaje para que nadie diga nada, un postre para evitar el escándalo. La nueva fecha para el pago de los premios ha quedado para este quince de noviembre. Pero muchos de los afectados ya no creen en dicho funcionario. Y sospechan que se viene el perro muerto. Lo grave de esa deuda no es ni el monto ni los burdos peloteos. Es que los agredidos son aquellos folcloristas que trabajan en precarias condiciones, en lugares inadecuados, hurtándole el tiempo a sus actividades habituales. El entusiasmo también es una riqueza y el alcalde Charles Zevallos ni se inmuta con su deuda a esos seres heroicos. ¿Qué pensarán de sus mayores los adolescentes que no pueden cobrar lo que legítimamente les corresponde?