En el loable afán de mejorar las condiciones laborales, de buscar el mayor rendimiento de los trabajadores de ambos sexos, las instituciones públicas de esta ciudad han decretado, mediante sendos bandos, que todo el mundo debe cantar. Cantar a cualquier hora y en cualquier circunstancia, porque el canto relaja, pone de buen humor, mejora el ánimo, lucha contra el stress, abona a favor de la eliminación de elementos nocivos del cuerpo y otros beneficios más. De manera que cantar se convirtió en una obligación o en una parte importante de la labor diaria.

Los cantantes pueden trinar en cualquier parte y a cualquier hora. Pero donde deben cantar más es en el baño, de sus viviendas o de sus centros de trabajo.  De acuerdo a últimos estudios se ha determinado que el baño  es el sitio más adecuado para ejecutar el arte canoro, debido al lugar que ocupa en la construcción, a su aislamiento evidente.  De manera que no es difícil que en los baños de las instituciones referidas los servidores den rienda suelta a sus voces. A cualquier hora. No importa que muchas de esas voces sean desafinadas, pasadas de moda y sin ninguna gracia. Lo que importa es cantar a todo pulmón,  y en los  baños.

El hecho de cantar a cualquier hora,  de acuerdo a informes, encuestas y datos debidamente confirmados, ha cambiado bastante la atención al cliente de parte de la administración pública. Los trabajadores de esas entidades, impulsados por el arte canoro,  atiendan con más ánimo, se mueven con mayor rapidez y no entran en dudosas conductas, buscando cualquier prebenda. Todo ha cambiado entonces gracias al canto general de los trabajadores que ya están pensando grabar sus primeros discos compactos o no para sacarle el jugo a esa novedosa manera de laborar  diariamente.