Miguel Pita, investigador español, desde el Hay Festival Arequipa:
ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel Twiter: @JaiVasVal
“Todos venimos de un mismo origen de la vida, las células originarias eran parecidas a bacterias muy elementales y lo que viene ocurriendo es que ha pasado mucho tiempo que no somos capaces de entender con nuestras cabezas pensadas para otras cosas, no para entender el origen de la vida, son cabezas pensadas para entender cosas que duran 70, 80 años y no cuatro mil millones de años.
Una combinación de genes y el entorno social en el que nos desenvolvemos los individuos da como resultado lo que somos en la comunidad. El talento se hereda pero si no se la cultiva con la constancia necesaria nunca nos llevará a la genialidad. Eso sirve para el deporte, la música y otras actividades. Esa, entre otras, es la conclusión que se tiene después de asistir a la conferencia de Miguel Pita, investigador español que con un libro ha provocado el interés por el tema y le ha permitido viajar por el mundo. Estuvo en el Hay Festival Arequipa 2017, donde también estuvo Pro & Contra.
La conversación no estaba dentro de las prioridades. Ese primer día de Hay Festival a las seis de la tarde solo había dos actividades. Una de ellas era entre la escritora argentina Claudia Piñeiro y la periodista Clara Elvira Ospina. Ahí teníamos que ir. Pero al llegar al Teatro Municipal nos informan que se suspendió –fue la única de todas las programadas- por “fuerza mayor”. No había otra alternativa. A pocas cuadras se iba a dar una conversación entre el doctor en Genética y Biología Celular, Miguel Pita y Liliet Heredero, periodista de BBC de Londres. Pero la presentación era un poco “científica”.
“¿En qué grado nos afecta la genética en las decisiones que tomamos diariamente? ¡Puede la genética determinar lo que nos va pasar? El investigador y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y visitante regular de universidades de los Estados Unidos, Chile o Australia, da respuestas a estas incógnitas en su último libro: El ADN dictador. Conversará sobre la genética y su inmensa relevancia para los seres humanos con la periodista Liliet Heredero”.
El teatro del Centro Cultural Peruano Norteamericano estaba abarrotado de personas, jóvenes y no tan jóvenes que luego hicieron unas preguntas que el mismo expositor luego me confesaría que fueron “enteradas y actualizadas”. Como lo fueron las que contestó a los lectores de la BBC días antes y que tienen similitud. No me gusta usar la frase “público culto”, pero malicio que el de esa tarde/noche era lo que más se acercaba a ello. Le confesé, además, a Héctor Tintaya, el colega arequipeño que nos acompañó en lo académico, lúdico y extralúdico durante esos días de Hay Festival.
Miguel Pita es joven, sencillo y jovial. Y esos rasgos genéticos los traslada a sus explicaciones. “Todos venimos de un mismo origen de la vida, las células originarias eran parecidas a bacterias muy elementales y lo que viene ocurriendo es que ha pasado mucho tiempo que no somos capaces de entender con nuestras cabezas pensadas para otras cosas, no para entender el origen de la vida, son cabezas pensadas para entender cosas que duran 70, 80 años y no cuatro mil millones de años. Es como cuando no entendemos lo que son cien mil millones de billones de dólares, podemos entender lo que es mil dólares o algunos tienen la suerte de entender un millón de dólares porque estamos preparados para entender eso”. Y el auditorio está en silencio, con atención. Miguel Pita continúa:
“Compartimos genes con las plantas, hay rasgos de nuestro ADN que son iguales a las de una planta, el noventaitantos es parecido al chimpancé, el 62 por ciento de nuestro ADN es parecido al de una mosca, las plantas en poco porcentaje, 2 o 5, pero sí tenemos algo de ellas”, explica y solo es interrumpido por Liliet para preguntar más detalles de los seres humanos. “Con las plantas somos tíos, yo en el libro las llamo tías abuelas porque obtenemos energía básicamente de la misma molécula y eso lo desarrollo en el libro”, dice.
Y para explicar el comportamiento humano se refiere a la alimentación y que somos consumidores de carbono. ¿Por qué nos gusta el dulce?, pregunta Liliet. “Ahí entra en juego el siguiente personaje de la historia, el cerebro. Nosotros tenemos un cerebro que nos guía por el mundo y no necesariamente nos explica porque nos lleva a hacer lo que hacemos. El cerebro tiene una avidez por la glucosa porque de ahí puede obtener su permanencia”, indica.
¿Qué rol juega el azar en nuestras vidas?, pregunta la periodista de origen cubano. “El azar es importantísimo en las decisiones de nuestra vida, eso lo sabe cualquiera. Salir de una habitación te puede cambiar la vida, ingresar a un cine igual, constantemente nos está cambiando la vida el azar y es algo que no tiene nada que ver con nuestra biología pero sí en los cambios porque de eso depende la evolución y que explica la transformación de una pata en una ala, es un cambio por azar adaptativo y así es cómo va ocurriendo la evolución. La mayoría de los cambios suelen estropear el funcionamiento del ADN que son las enfermedades genéticas pero todo es lo mismo, a veces con un efecto nocivo para el individuo pero interesante para la evolución”.
¿Por qué si el ADN de todos es parecido somos tan distintos los individuos? Miguel Pita responde. “Es que no somos tan distintos, los perros tienen ojos como nosotros, el ADN es distinto en detalles y nos encontramos distintos para no ser idénticos. Todos tenemos que fabricar la misma maquinaria de la sobrevivencia”. Y lo dice con una contundencia que le da el conocimiento de haber estudiado las características de los seres humanos.
Hasta ahí las preguntas de Liliet, que da paso a las del público. Un joven, que afirma haber leído el libro en toda su extensión pregunta si los genes permiten heredar los talentos musicales y deportivos. Pita responde inmediatamente porque esa misma pregunta ya le habrán hecho en otros foros. “Sí. El talento tiene una carga genética muy fuerte y, en menor grado, todo tipo de talentos. No hay duda que un jugador de fútbol tiene un talento genético pero si no tiene constancia en la práctica eso desaparecerá”. Es decir entre la genética y el entorno social está determinado lo que uno puede ser. Respondiendo a un lector de la BBC de Londres, Pita amplió la respuesta: “El oído musical, por ejemplo, es muy variable entre los individuos porque algunos tienen una genética muy oportuna para tener muy buen oído y otros no. Trabajando esto se puede avanzar. Pero si no tienes los genes adecuados nunca llegarás a ser Mozart. Si no tienes lo genes adecuados pero asistes a clases de solfeo y te esfuerzas vas a poder llegar a tocar muy bien un instrumento pero con mucho más esfuerzo que alguien que nace con los genes adecuados. Y con el baile pasa algo parecido”.