En una temeraria acción de película violenta,  el señor Fernando Meléndez, escoltado por sus seguidores más notables, sus rabiosos periodistas y sus simpatizantes más corajudos, tomó el lote 192. De inmediato nombró un gobierno provisional para administrar el petróleo regional y evitar que los centralistas se lleven la parte del león. Luego mandó  pintar los tanques empernados, las tuberías y los mismos pozos con el color naranja y se dedicó a despotricar del gobierno peruano.  No quería que nadie se aprovechara de ese recurso, pues estaba seguro de que él y sus seguidores más notables, sus rabiosos periodistas y sus simpatizantes más corajudos, iban a explotar el oro negro. Entonces decidieron sacar el petróleo con mangueras cuidosamente distribuidos a lo largo de los más de 200 pozos que tenía el lote asaltado.

La extracción del hidrocarburo entró entonces en una pendiente descabellada y al ritmo que le imprimían los seguidores de Meléndez se llegó a sacar un barril diario. El antiguo gobernador se cerró en su dicho de que toda la producción petrolera era para el canon de  Loreto. De la deducción de ese barril extraído se llegó a la conclusión de que el canon era un triste sencillo  que no servía para nada. Por lo que fue una sorpresa cuando alguien denunció a Meléndez porque gastaba demasiado en viáticos y cebichadas, parrilladas y otros festines. ¿De dónde sacaba el dinero para gastar a manos llenas?  Las cosas se pusieron color de hormiga cuando la crisis estalló brutalmente.

Entonces don Fernando Meléndez, para distraer la atención,  nombró a personas extrañas para sus asesores y a la mañana siguiente les despidió sin más. Luego nombró a otros funcionarios para despedirlos horas después. En ese plan se perdió mientras la población pedía su vacancia del cargo de gobernador que había abandonado para tomar el lote 192 en una temeraria acción violenta. Hoy cuando han pasado al olvido los hechos que se vivió el mes de setiembre del ya pasado 2015, nadie se acuerda de aquella vez en que Fernando Meléndez quiso pasarse de listo.