El inefable y renunciante Joseph Blatter arribó a Iquitos de improviso con la espada desenvainada. En declaraciones a la prensa independiente o no arrojó pestes y culebras contra el gobernador Fernando Meléndez por el engaño que hizo a la Liga Provincial de Fútbol. Sucedió que la autoridad regional se comprometió a donar 2 trofeos y 12 pelotas a los ganadores del torneo de balompié local. Pero cuando el señor Manuel Montes Guerrero se apersonó, lleno de ilusión pelotera, a recoger las donaciones a manos llenas, recibió la noticia de que no había presupuesto para invertir en el rubro de la pelota. Como la cosa no podía quedar así, como si se tratara de una burla más de una autoridad en funciones, el aludido acudió al tribunal de la Fifa.
El mandamás del órgano rector de la pelota universal estaba fuera de sí y dijo que actitudes como esa, mentiras como las del Gorel, conspiraban contra el avance y progreso del rey de los deportes. El, por otra parte, no podía permitir la corrupción evidente de no cumplir con una promesa y pidió la renuncia en el acto de Fernando Meléndez. Este no se dejó ver durante varios días, mientras sus leales servidores decían que estaba de viaje. El alto funcionario de la de cuero aprovechó esa ausencia para andar pidiendo donaciones a las tiendas deportivas de la ciudad. Al final de su recorrido, pudo recolectar algunas camisetas y medias, pero no consiguió ningún trofeo y ninguna pelota.
Eso fue lo que más enfureció al presidente de la Fifa quien, luego de despotricar de los políticos de todo pelaje, llamó a uno de sus directivos más consecuentes para que consiguiera los trofeos y las pelotas. Fue así como horas más tarde apareció en Iquitos el tristemente célebre Manuel Burga, cargando las donaciones. De esa manera, y no de otra, se arregló el asunto de la premiación a los peloteros locales.