Cuando los cocineros de la república independiente, libre, autónoma, federativa de La Cueca, nombre que los antiguos chilenos inventaron para no cumplir con el veredicto de los vejestorios del Comité de la Haya, salieron con la novedad de que el arte de comer gato era de ellos y no de los peruanos del sospechoso curroñao, se armó la tormenta. Porque el ya candidato Gastón Acurio, escoltado por los partidos políticos o movimientos que en la Amazonía tenían nombre de animales, defendió a capa y espada la peruanidad gatesca. Es decir, se batió a duelo con los enemigos de los que hacían banquetes con esa carne.

En el combate cuerpo a cuerpo, ejecutado en uno de sus lujosos restaurantes del peruano cuyo símbolo de campaña era un minino gordo y listo para la sartén, los gateros enemigos tuvieron que claudicar y marcharse a su país. La Asociación de Degustadores de Gatos del Perú, conociendo las artimañas de los ex sureños, interpuso una acción de amparo ante las mismas Naciones Unidas para que dirimiera tan peliaguda cuestión gastronómica. ¿La culinaria maullante o maulladora era peruana o chilena? La comisión investigadora que fue nombrada para definir el asunto no pudo entrar en funciones, porque simplemente y llanamente el país chileno no existía en ese instante. La antigua capital, nombrada Santiago, estaba desolada y sin nadie en ninguna parte. ¿Cómo los perdedores iban a cumplir con los jueces hayistas si no existían? Años después, milagrosamente, se supo la verdad de la desaparición sureña.

En el remoto desierto de Atacama se escondieron los antiguos mapochinos para no cumplir con el veredicto. Usaron el nombre de La Cueca solo para despistar a todos. Cuando abandonaron sus campos y ciudades, sus trabajos y negocios, se cambiaron de nombres y apellidos, alteraron sus documentos de identidad y sus números telefónicos. En esa soledad extrema, entre vientos desolados, fríos polares y soles que ardían, hicieron precarias viviendas con techo propio. Y para demostrar que el curroñao era de ellos solo se dedicaron a criar y comer carne de gato.

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