Escrito por: Marco Antonio Díaz Ruiz

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 A escasas horas de un paro político

Quién en estos tiempos no ha bailado la música de mis viejos, esa música que tenía identidad y estilo propio. Allá por los años 60 en Iquitos capital de la amazonía Peruana nacieron los conocidos y famosos WEMBLERS los creadores de la verdadera cumbia amazónica, cuyo grupo se hiciera conocido mundialmente por LA DANZA DEL PETROLERO unos de sus temas emblemáticos que muchos quisieron darse la autoría, pero que, finalmente la justicia le dio la razón a su auténtico compositor y creador.

Este género musical por su estilo pegajoso y las letras que hablaban de lo cotidiano de la sociedad de entonces se hizo tan popular que gustó a todo el mundo, y que incluso en la actualidad con las nuevas generaciones aún siguen vigentes. La letra de ésta canción en particular nos expresaba precisamente el boom petrolero en la selva Peruana y que la región Loreto había encontrado el oro negro que, de seguro le iba a resolver sus más urgentes necesidades y la problemática social sólo sería un mal recuerdo.

EL PUEBLO EXIGE SUS DERECHOS POR CANON

Con la explotación del oro negro empezó la bonanza económica, pero también el justo reclamo de los pueblos porque eran sus recursos y el estado debería pagar o compensar no sólo a las comunidades de la zona de influencia sino a toda la región. Los cronistas de esa época y nuestros propios padres y parientes nos ilustran de las verdaderas luchas del pueblo de Loreto para arrancarle al centralismo limeño lo que por ley nos correspondía, pero eran esas jornadas de lucha que verdaderamente representaba los intereses de todos.

Finalmente se consiguieron el 10% de canon petrolero dinero que fueron a parar por años en las cuentas y las cajas de las municipalidades distritales, provinciales, gobiernos regionales llamados actualmente, en instituciones como el IIAP, UNAP y que decir de las organizaciones “indígenas” que cada tiempo se levantaban para exigir sus “derechos” y demandar mayor atención del estado y de las empresas.

NADIE NIEGA LOS PASIVOS AMBIENTALES 

El tema de los pasivos ambientales es un hecho lamentable y penoso que ahora tienen que pagar las consecuencias no sólo los pueblos indígenas sino todos los pueblos de la Amazonía, entendiendo que todos los que viven a orillas de las cuencas se alimentan de lo mismo y consumen la misma agua, entonces no podemos decir que sólo indígenas están contaminados.

Los pasivos ambientales es responsabilidad de las empresas que explotaron los recursos pero también es dejadez y parsimonia del estado que permitió las atrocidades en contra de los que vivimos en esta región. Es necesario y urgente que se remedien y que se compense para darle vida y verdor a los bosques, por lo tanto, tendremos la posibilidad de que nuestras demás generaciones puedan disfrutar algo de lo que alguna vez tuvimos en abundancia.

OPORTUNIDADES PERDIDAS A MANOS LLENAS    

Nos podríamos pasar páginas tras páginas escribiendo sobre las múltiples y honrosas jornadas de luchas del pueblo de Loreto, pero no es el caso ni el momento. En esta oportunidad queremos reflexionar sobre las oportunidades perdidas por nuestros gobernantes que tuvieron todos los recursos pero no las decisiones acertadas para que podamos desarrollarnos y crecer como sociedad.

Se malgastaron ingentes cantidades de recursos económicos en banalidades para satisfacer sus apetitos personales y de grupos, tuvimos todo para heredar a nuestras generaciones un Loreto conectado al resto del país a través de carreteras o vía férrea, con infraestructura productiva, energía barata completa y consolidada, es decir, tuvimos cuando el dinero por canon petrolero era abundantes.

A LLORAR A OTRA PARTE

Pero tampoco vamos a vivir de recuerdos y culpando a quienes fueron irresponsables en sus decisiones, menos con resentimientos y rencores. Es momento de construir una nueva sociedad basada no en los errores del pasado, para no repetirlos, sino en una nueva perspectiva de unidad, armonía y tolerancia cimentada en el respeto.

Tampoco es pertinente que vivamos enfrentados, tramando tumbar a nuestros adversarios con argucias y cayendo muy bajo. Los que ahora ostentan el poder político y los dirigentes de las organizaciones que agrupan la “representatividad del pueblo” lejos de dividir, deberían tener actos conciliadores y de unidad para que todos podamos tomar conciencia y asumir el compromiso de esforzarnos para luchar en unidad y sentar las bases del desarrollo.

LOS MILLONES DE LOS DIRIGENTES INDÍGENAS

Los que andan preocupados y se desviven por lo que va a suceder con el nuevo operador del lote 192 y los destinos del precio del crudo son particularmente aquellos que se arrogan la representatividad de los pueblos indígenas. Aquellos dirigentes que sólo viven pensando en cómo seguir acumulando riquezas personales a costa del hambre y las verdaderas necesidades de los pueblos en la zona de influencia.

Muchos dirigentes viven como verdaderos potentados con propiedades y lujos no sólo en la región sino en otras partes del país, mientras que otros tienen empresas familiares que dan servicios a las petroleras que ellos mismos detestan y otros han formado ONG con sus parejas y reciben financiamiento del exterior, es decir, han encontrado la mejor manera de hacerse nuevos millonarios y sólo utilizan al pueblo para presionar al estado y las empresas para lograr sus objetivos.

Sólo por mencionar quien va a responder por los fondos del PEPISCO y en qué y cómo se gastó realmente si los pueblos siguen aquejando de problemas de salud, falta de adecuados ambientes educativos, no hay proyectos productivos ni nada. Donde están los millones que las empresas entregaron directamente a los APUS, francamente es una tremenda y larga lista por mencionar de los millones de soles que los dirigentes nativos manejaron en nombre del pueblo.

Estos dirigentes sólo aprendieron a pedir pero nunca proponer, sólo reclaman pero no plantean soluciones para el beneficio común sino para los suyos. Pero tal vez no tengan la culpa sino las empresas y el mismo estado los malacostumbraron a ser totalmente dependientes y recibir las mesadas completas, por eso hasta se olvidaron de sus verdaderas costumbres, se olvidaron de la idiosincrasia pero no de los colores y los valores de los billetes.

Sólo nos queda esperar que algún día los pueblos indígenas reciban los beneficios que por derecho les corresponde y que sus “dirigentes” no los sigan utilizando y que tampoco en su nombre se enarbole una lucha.